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‘Quo vadis, Europa?’

28/05/2024
 Actualizado a 28/05/2024
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Estamos en plena campaña de las elecciones europeas. Tal vez este año despierten, o deberían despertar, más interés que nunca, también para España. De alguna manera son consideradas como un plebiscito, como si se tratara de aupar o castigar a Sánchez. Cuando las cosas van mal y parece que aquí no tienen remedio, tendemos a poner todas nuestras esperanzas en Europa. Pero Europa tampoco es la panacea ni es siempre el mejor ejemplo a seguir. También está perdiendo prestigio. 

Geográficamente, Europa es un puntito en el mapamundi, si la comparamos con otros continentes. A nivel de población hoy es una minoría. No obstante, tiene la ventaja de ocupar un lugar muy estratégico y central, equidistante del resto del mundo. Tiene también un glorioso pasado por sus raíces en el pensamiento griego, en el derecho romano y en la tradición judeocristiana. Pero no se puede vivir de las rentas, máxime cuando se intenta destruir este precioso patrimonio.

Sin duda son las raíces cristianas las que, aun a pesar de las infidelidades al Evangelio de Jesucristo, han hecho de Europa un referente digno de tener en cuenta, favorable a la libertad y verdadera democracia, al desarrollo de los derechos humanos y al progreso moral y material. Sin embargo, todo esto puede perderse o tal vez se esté perdiendo, al tiempo que se desprecian las raíces cristianas. Resulta significativo que, cuando se trataba de redactar una constitución europea, Giscard d’Estaing se opuso a hacer referencia a estas raíces. Entre tanto las ideas marxistas, tanto en su forma clásica materialista y violenta como en la modalidad sibilina del neomarxismo cultural, han ido ganando terreno. 

Pero, como advertía ya hace años Jean François Revel en su famoso libro ‘Cómo terminan las democracias’, el verdadero peligro para Europa ya no será el comunismo, sino el fundamentalismo islámico. Una cosa son los derechos indiscutibles de los inmigrantes y otra muy distinta la invasión de una forma de entender la vida nada acorde con los grandes valores de la civilización occidental que ha ido conquistando Europa. Bueno, en España, siempre diferente, lo del comunismo no está descartado.

¿A dónde va Europa y, por lo tanto, España? Habida cuenta del descenso alarmante de la natalidad, de la pérdida de los grandes valores del humanismo cristiano, de la inmigración descontrolada, del auge de las ideologías de un falso progresismo o del afán destructor de dictadores, como Putin, es como para temblar.

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