18/02/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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En las numerosas cuevas de la Cordillera Cantábrica, suelen hallarse pinturas rupestres que representan bisontes, caballos, toros y otras especies de animales. A veces, incluso aparecen hombres pertrechados de palos, flechas y piedras con las que acosarían a los animales. Se cazaba para comer y la carroña era el festín de los lobos; algunos de ellos entendieron que, al lado del hombre, encontraban comida fácil y fue el principio de su domesticación. Así lo expone el etólogo Konrad Lorenz en su libro «Cuando el perro encontró al hombre». La naturaleza y la caza eran la clave para de la supervivencia.

Hoy, miles de años después, en pleno sigo XXI, esta actividad ha perdido su carácter sagrado y despojada de toda necesidad, se ha convertido en deporte –por llamarlo de alguna manera– al hecho de seguir matando sin otra razón de ser que divertirse. No son ya palos y flechas, sino toda una parafernalia de artefactos sofisticados, aparte de la escopeta de largo alcance, mira telescópica o rayo láser; más la colaboración de los guardas que espantan a los animales hacia el lugar donde el valiente cazador acecha impaciente. Así, aunque un solo jabalí puede dar de comer a mucha gente se abaten decenas de jabalíes, corzos, venados y todo lo que se mueva, para sacar fotografías de la épica, pero nada arriesgada, gesta.

Realmente, algo enfermizo tiene que haber en el cerebro de esa gente capaz de disparar contra un ingenuo animal que nos mira a los ojos. Pero la vesania de estas gentes que se acercan al monte para esquilmarlo, llega mucho más lejos en crueldad y envilecimiento, al rematar lo que ya está muerto o apunto de morir por el hambre y el frío, como ha sucedido durante las intensas nevadas que han dejado un rastro mortal de animales que se acercaban a los pueblos en busca de calor y alimento.

Si triste es este episodio, más odioso resulta por la acción de unos individuos actuando como carroñeros. Así, mientras los miembros del Seprona se esforzaban en suministrar alimento a la ganadería y fauna aislada por la nieve, ciertos elementos se dedicaban a descuartizar a ciervos moribundos por la inanición y la congelación, con el único objeto de arrebatarles lo que califican como «trofeos». Me pregunto qué clase de trofeo es éste y si es motivo de orgullo serrar las cuernas de un venado a fin de que un señorito las coloque sobre la pared de su casa, posiblemente, al lado de las suyas.
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