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El relato de la verdad

16/12/2023
 Actualizado a 16/12/2023
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Vale que la historia no es una ciencia exacta, pero hay ciertos límites que se están sobrepasando y que están llevando en algunos casos a intentar reescribir la historia. Es cierto que puede haber diferentes versiones o puntos de vista de un mismo hecho, pero lo que no podemos permitirnos como sociedad es que se intente eliminar o manipular acontecimientos de los que hay sobradas pruebas que tuvieron lugar. 

¿Cómo pretendemos aprender de los errores cometidos si de manera totalmente deshonesta aplicamos un mal entendido revisionismo histórico? De unos años para acá es cada vez más habitual escuchar en clave política la importancia de ganar la batalla del relato. Nuestros dirigentes dedican gran parte de su tiempo y estrategia a vencer en la lucha por imponer su relato y que éste sea el que quede en los libros de historia como lo que ocurrió realmente. Sin ningún tipo de escrúpulo se manipula tanto la historia que se consigue incluso convertir a los verdugos en víctimas y a la inversa.

Un evidente ejemplo de este sinsentido lo sufrimos en nuestro país con todo lo que tiene que ver con la barbarie del terrorismo etarra. Es más, los intentos de víctimas por intentar que no se olvide lo que ocurrió durante décadas en España reciben un aluvión de críticas por aquellos que precisamente apretaron el gatillo, colocaron una bomba lapa, pasaron información sobre el itinerario de un coche patrulla o miraban para otro lado cuando su vecino era extorsionado o asesinado. Pero esto no es lo peor, lo verdaderamente preocupante es que hay una corriente que precisamente lo que está pretendiendo es blanquear las atrocidades cometidas, cuando no negándolas que tuvieran lugar. Quizás sean aprendices de los negacionistas del Holocausto judío, que prefieren autodenominarse revisionistas, cuando son única y exclusivamente unos mentirosos y manipuladores. 

Me da lo mismo que hablemos de la Guerra Civil, del terrorismo de ETA, de los GAL, de lo que ocurrió hace unos años en Cataluña o de cualquier otro acontecimiento de nuestra historia más lejana o cercana. Evidentemente no soy partidario de un discurso único, pero lo que es inaceptable es que dependiendo de intereses ideológicos o partidistas se busque borrar de un plumazo acontecimientos que sucedieron realmente y de los que hay sobradas pruebas en la hemeroteca. Esa es nuestra única salvación, que al menos hay imágenes y testimonios que son irrefutables, aunque se intenten silenciar con nuevos relatos, que tienen como único objetivo distanciarnos de la verdad.

 

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