«A resultas del turbión / en el pueblín de Getino, / han nombrado presidente a Chus, / ¡¡¡Dios, qué desatino!!!». La coplilla es de Getino, que viene a ser el resumen del mundo o por lo menos de España, o cuando menos de Castilla y León, si me apuras de León y si te pones atorrante del Ayuntamiento de Cármenes o puestos en lo peor, de Getino. Pero es.
No olvidéis que –además del desastre preventivo que se anuncia en la coplilla cuando llegó Chus al todopoderoso poder de presidir la Junta Vecinal– también aventuró los desastres que se avecinan al acceder a los mandos intermedios aquellos personajes sin chupe para la gobernanza. Fue cuando Ramón accedió a una vocalía de la Junta Vecinal y se quedó a celebrarlo en la famosa Venta, subió para casa un poco subido y hasta su mujer aventuró que el ojo de aquella yegua no tenía muy buena pinta y pensando en el bien del común –de todos en castellano antiguo– exclamó: «¡Ay España, España, en manos del mi Ramón!».
Y claro, cuando ocurrían las desgracias más desgraciadas –que reventara la tubería de la traída, que se fuera la luz cuando iba ganando la Cultural, que volviera el humo la estufa de la escuela, que te quitaran el agua del prao que daba mejor otoño, que el gocho cogiera fiebres cuando parecía que iba echando jamón...– pues nadie se atrevía a protestar porque resulta que todo el mundo estaba avisado de que se avecinaban desgracias sin ton ni son.
Ytodo quedaba reducido a que alguien dijera «a resultas del turbión...». Y oye –oiga si tienes bachillerato– se acabó la discusión, no hacía falta ni rematar la frase con un «pero ¿qué esperabais?».
Por eso los veraneantes, lo digo ahora que han marchado, no entendían nada cuando se ponían a protestar por las noticias del Parte y Velio el pastor no parecía inmutarse con los desatinos y sentenciaba:
– A resultas del turbión...
– Señor, ¿qué quiere decir?
– Nada, cosas de Getino.