Que la política, en España, es un desastre, no es descubrir nada nuevo bajo las estrellas. Que algunos medios de comunicación –al margen de su línea editorial– se han trasmutado en activistas paniaguados de parte sin el menor sonrojo, también. Que todo es un caos, nadie lo discute. Y sobran los ejemplos. Decía Feijóo el pasado miércoles, a raíz del pleno del Congreso, celebrado en el hemiciclo del Senado por obras en el palacio de la Carrera de San Jerónimo, que de haber sabido que la política es lo que se está viviendo en los últimos tiempos, no se habría dedicado a ella. Y se declaraba «atónito ante la situación del país». A buenas horas, mangas verdes. Feijóo, cuando llegó a Génova 13, ya sabía –se supone– con lo que iba a encontrarse. Estaba acostumbrado a Galicia donde nadie le tosía, pero Madrid es otro mundo. En cualquier aspecto. Por mejor decirlo, una gran selva conspiratoria.
Pues bien. Es tal el revoltijo y el mamoneo imperante, que todo vale y en todos los segmentos. Ya no se ampara el bienestar y la tranquilidad de la gente; es decir, el ejercicio de la política desde el sentido común y altruista, sino el del partido y de quienes lo mangonean. Es el objetivo. Y si, además, cuentan con estúpidos lacayos que propagan, defienden y justifican cualquier fechoría, el asunto adquiere tintes imposibles. Da vergüenza cotejar el desahogo de algunos posicionamientos.
Y una muestra. Con motivo de la reciente cabalgata de reyes celebrada en Sevilla –capital gobernada por el PP–, un periódico digital de ámbito nacional y, naturalmente, de izquierdas, titulaba en una información abiertamente interesada, que para el tradicional desfile real habían pintado de negro al casero del hermano de Isabel Ayuso, reconvirtiéndolo así en rey Baltasar. Y por si fuera poco le habían vestido de torero. ¡Qué horror! Al casero del hermano… ¿Qué demonios pintaba el nombre de la presidenta de la Comunidad de Madrid en ese titular y, a continuación, en el grueso de la denuncia? Pues está claro. Dañar –seguir dañando– la imagen (política) de la líder ‘popular’. Esa era la meta. Y ya se sabe, en este batiburrillo todo agujero es trinchera (desde donde disparar) y las oportunidades las pintan calvas.
De lo más fuerte y subliminal que se ha leído en otro digital ‘progresista’ fue un pie de foto. La imagen recoge a la reina Leticia y a sus dos hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía –las tres de espaldas– y de frente al presidente reversible. El pie de la instantánea, literal, dice así: «La familia real saluda a Pedro Sánchez a su llegada a un desfile del Día de la Fiesta Nacional». ¿Cómo? ¿No sería al contrario, oiga? El mundo al revés. Igual que el presidente del Gobierno. Es lo que hay.