Existe un adagio latino clásico: «Primum vivere, deinde philosophari». (Primero vivir, después filosofar). Por eso los romanos distinguían bien la «auctoritas», el poder moral que «el pueblo» otorgaba a una persona por su conducta y ejemplaridad, de la «potestas» que era el poder político que alguien ostentaba legítimo o no.
Pues bien, además de la IA, las redes sociales acaparan hoy una buena parte de nuestras vidas, pero… no olvidemos que son, guardando las distancias, lo que antaño eran los corrillos a la salida de misa, en el lavadero público o el «cuñao» y sus amigotes en la barra del bar, donde el que más y el que menos llevaba su fabulación al límite, máxime si se hablaba de damas ahí la invención, verdadera o falsa, tenía ribetes tragicómicos.
¿Y cómo podemos saber si en las redes sociales lo que se publica es una noticia, una opinión o un bulo?
Pues… hay que intentar distinguir la opinión de la pseudonoticia, camuflada de soflama. Nuestros ancestros, en un mundo no globalizado, solían conocer la fuente de la noticia, y si esta era fiable o no. La cuestión es que entonces sabían de dónde partía, quién la decía y su credibilidad, «auctoritas», o bien si era por el poder, legítimo o no, que tenía su autor, «potestas», y ahora hay mucho «opinador» de pacotilla que dice…, lo que dice.
No creo que exista una solución mágica para discernir los bulos de las noticias, no, no lo creo, pero…, en caso de duda, la prudencia debería llevarnos a contrastar la información en otras fuentes, y con otros medios, antes de hacernos una opinión equivocada.
Mas no debemos engañarnos, ya que existen en redes sociales, como en medios de comunicación, «opinadores» muy próximos a nuestro pensamiento político, económico o social, y ahí nos vemos perdidos y adquirimos esa mercancía, aunque la misma esté «averiada», ¡pero es que su literalidad nos suena bien! Salud.