08/02/2025
 Actualizado a 08/02/2025
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Marta recibió un diagnóstico de cáncer de mama hace 14 años. Fue operada y tratada con radio y quimioterapia, se le cayó el pelo, volvió a verlo crecer, casi tan deprisa como a sus hijas, y nunca perdió la sonrisa. Su actitud y nuestra memoria selectiva hace que hoy día su proceso sea sólo un recuerdo lejano del que solamente solemos rescatar los momentos más felices, incluso algunos cómicos.

Al contrario de lo que dicen experimentar algunas personas que han pasado por lo mismo que ella, a Marta el cáncer no le cambió el carácter ni su forma de ver la vida. Siguió siendo la misma, con sus virtudes y sus defectos. Creo que porque para ella su proceso no consistió en atravesar un tabú ni un estigma, que hubiera que silenciar, sino en disputar un partido militando en un gran equipo. Un equipo médico, familiar y de multitud de amigos, unido para derrotar a la enfermedad en el frente biológico y psicológico.

El cáncer no es ya una enfermedad marginal. El aumento de casos que registra la Red Española de Registros de Cáncer refleja que la probabilidad de desarrollar uno de ellos a lo largo de la vida ronda el 50 % en los varones y pasa del 30 % en las mujeres. Pero si es esto es así, en parte se debe al crecimiento exponencial del diagnóstico precoz. Por otra parte, tampoco es una enfermedad terminal, las estadísticas de curación y supervivencia superan por goleada a las del aumento de casos.

La biología del cáncer es hoy inmensamente más conocida que cuando Marta fue diagnosticada. Hoy día se habla de Oncología de Precisión, que permite personalizar los tratamientos hasta el extremo. Ello, junto con las terapias dirigidas y la moderna inmunoterapia, ha contribuido a la mejoría en la supervivencia del cáncer lograda en las últimas décadas, explicaba el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica el pasado martes, cuando se celebraba el Día Mundial contra el Cáncer.

Por eso, la iniciativa de identificar esta fecha con el color verde esperanza me parece sumamente acertada. Y por eso, amigo, creo que lo mejor que puedo aportar en este momento es decirte lo mismo que me dijeron a mí hace 14 años y que la realidad confirmó: ¡Este partido lo vamos a ganar!

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