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‘San Calentín’

13/02/2025
 Actualizado a 13/02/2025
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Pues resulta que un mundo loco, doónde nadie parece que quiera recuperar la cordura, se nos presenta la semana que viene, ‘San Calentín’; perdón, quiero decir, San Valentín...; una fiesta anglosajona importada a España por César González Ruano y Pepín Fernández, el que fundó Galerías Preciados; algo que hemos seguido repitiendo con el ‘Halloween’ y alguna que otra similar.

Pues resulta que San Valentín fue un sacerdote de siglo III que siguió celebrando casamientos desoyendo las órdenes del Emperador Claudio, el ‘Gótico’, que los había prohibido porque los solteros eran mucho mejores soldados... Que los hijos de Lutero y de Calvino inventasen esta juerga, la verdad es que no tiene mucho sentido; pero lo hicieron, y la consagraron para loar las bondades del amor, carnal, para más señas...; estos protestantes están locos, lo mires por dónde lo mires.

Celebrar un supuesto don, que en los tiempos que corren suele acabar en divorcio, no merece la pena. Es verdad que antes, en los tiempos del General, no se divorciaba ni dios; pero de aquello a esto actual (el cincuenta por ciento de las parejas acaban en el juzgado), va un abismo.

De lo que se trata es que los cuitados que andan altos con cojones, gasten la guita en flores, perfumes o bombones, para mayor loor de las grandes superficies...; lo demás, tierra conquistada, un cuento de Chejov o de Pereira.

La cosa llegó a tal extremo que el Papa Montini (un rojo peligroso, mucho más que el actual, que es rojogris, tirando por alto), la sacó del pastoral católico..., pero ni por esas: la gente, influenciada por la pelis de Hollywood y demás chorradas, sigue erre que erre, gastándose lo que no tiene para tener contenta a la doña correspondiente y poder, así, follar una vez a la semana.

Hablo por experiencia, porque una vez compré una colonia de la marca ‘Narciso Rodríguez’ por la que gasté casi cien pavos: una desmesura que no me sirvió para nada, porque tres meses después, en mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, la destinataria me mandó a tomar por el culo, dejándome compuesto y sin novia.

El caso es que el otro día, en la tertulia de la mañana, lancé la idea de hacer una comida sólo para hombres (todos los solteros, divorciados o separados del pueblo, que somos unos cuantos), sin mariconadas, por supuesto, pero no parece que la cosa gustase demasiado.

Será porque, en el fondo de la patata, todos queremos encontrar a una contraria, a una máquina de reñir, a una pesada, con la que podamos compartir la soledad, esa losa que nos pesa como si fuera una montaña y que nos impide conciliar el sueño en las siempre largas noches del invierno leonés.

Es, ¡claro!, un error, porque nacemos solos y morimos más solos todavía, por lo que deberíamos tener diáfano que la mentada soledad es nuestra mejor compañera en la vida, talmente como si fuésemos un ‘lejía’, que tiene como novia a la muerte, la más leal compañera, esa que nunca te abandona... El caso es que nadie mostró entusiamo por la idea, cosa que me jodió bastantico, no vayas a creer...; seguramente, si la llego a acompañar con una visita posterior a Mansilla, justo donde comienza la carretera de Cistierna, la gente se hubiese animado. No hay como acabar una juerga refocilándose en los brazos de una Magdalena cualquiera, aunque sea extranjera, aunque lo único que sepa decir en castellano sea aquello de «cien euros»...; y la voluntad, añadiría un servidor, que fue educado en los Maristas y siempre queda algo de poso, aunque me pese.

Pues ya sabéis: si queréis hacer ayuntamiento con la propia (novia, pareja, mujer o como lo queráis denominar), a soltar la guita, que es ‘San Calentín’ y es lo que toca...

Salud y anarquía.

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