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Lo que saquemos a diente

06/10/2024
 Actualizado a 06/10/2024
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Decía uno de los clásicos de esta profesión nuestra de contaros lo que nos cuentan –otra cosa es que sea verdad– que el «periodismo es la forma más divertida de ser pobre en la vida». Se podría matizar, pero doy por buena la definición, aunque lo que no os puedo decir es quién era el gran clásico, no lo tengo a mano y no me voy a levantar a mirarlo, que diría otro histórico como Francisco el de Valladolid, que en León fue Paco, que en Pucela era además Pérez y paseando por Ordoño decidió llamarse Umbral. Seguramente pensó que para León un Pérez era poca cosa, aunque después de chocar con el obispo igual se arrepintió de tanta prosapia con lo leonés y le cogió una manía terrible, de la que solo se salvó Onofre el de Remellán, el histórico camarero del Café Madrid, que le llevaba lechugas y tomates cuando venía a casa.

Vuelvo al suco que Umbral, como no podía ser de otra manera, me tuerce y me esnorta. Iba la cosa del oficio divertido y de pobres. Yes que otro grande de la convivencia y el cuento, Antonio Pereira, cuando íbamos de filandón a algún pueblo en el que no había perras que darle al entretenedor, en el viaje en coche lo preguntaba con la misma sutileza que tenía para todo: «Aquí, amigo montañés, ¿lo que saquemos a diente».

- Y ponen ellos los palillos maestro.

- Bien, ya comí frugal, algo me decía que los tiros iban por ahí.

Viene la cosa del sacar a diente en que hoy celebramos aquí para la peña la ‘borregada municipal’ –el nombre parece que nos viene impuesto por la tradición–y me río yo de la España Vaciada y toda la parafernalia que la rodea:420 apuntados. Por la «comparanza» nos dio por contar en el bar cuántos estamos viviendo ahora mismo en todo el municipio y nos salió justa la medida, pero al revés, 240. 

Lo de justo al revés es lo que decía Angelillo cuando iba a pedir trabajo después de la guerra, después de pasar por el campo de concentración de Vallecas, y le preguntaban aquello de «¿años en el frente?».

- Siete señor... decía, y levantándose para irse sin esperar a más acababa la explicación: «Pero en el de enfrente».

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