03MAX201310242741

De sebes, de madreñas, de trinquetes, de ‘glorias’

27/11/2024
 Actualizado a 27/11/2024
Guardar

A lo ancho de la provincia de León, hay fronteras invisibles, que son, al tiempo, de tipo geográfico y antropológico. Tales fronteras aluden a las dos almas –si así podemos hablar– que impregnan la provincia: la cantábrica, alusiva a la España húmeda, y la meseteña, que tiene que ver más bien con la España seca.

El alma cantábrica actúa de norte a sur. Mientras que la meseteña lo hace en sentido contrario, de sur a norte. Y, en un momento determinado, chocan y configuran esas fronteras a las que aludimos.

Para detectar tales líneas –geográficas, etnográficas, antropológicas–, tendríamos que tener en cuenta diversos signos que las hacen reconocibles. Podríamos elegir varios de ellos. Pero nos vamos a detener, ahora, en tres sobre todo, (y aun en otro más que añadiremos), bien conocidos por los leoneses y aun por los foráneos que conocen la provincia y que están atentos a lo que en ella ocurre.

Así, por ejemplo, el alma cantábrica, de la España húmeda, que actúa de norte a sur, podemos advertirla en la presencia de sebes y de madreñas; además de en otros signos que están también ahí, pero que ahora vamos a dejar de lado.

Las sebes o paredes de seto vegetal vivo, que delimitan las heredades campesinas (prados, antiguos linares y otros tipos de tierras), y que tan primorosamente, más antes que ahora, las componían periódicamente los hombres, para que no se deterioraran ni descompusieran, son signos que nos hablan de que estamos en un ámbito geográfico de la España húmeda, cantábrica.

Para trazar tal frontera, habría que indagar, de norte a sur, hasta dónde llegan las sebes. Pero otro indicador que nos estaría señalando y hablando de lo mismo a lo que acabamos de aludir, serían las madreñas, el uso de las madreñas por parte de los campesinos.

Si pudiéramos trazar ambas fronteras, ambos límites, de norte a sur, de hasta dónde llegan los usos de sebes y madreñas, creemos que, aunque no coincidieran, posiblemente no andarían muy lejanas.

Pero, en sentido contrario, el empuje que viene de la meseta y que lleva la dirección de sur a norte, podemos observarlo en la presencia de los trinquetes o juegos de pelota en los pueblos.

El trinquete o juego de pelota apenas existe en la España cantábrica (los frontones y pelotaris del país vasco, aparte) y es más característico de la España seca y meseteña. En León, por ejemplo, nos lo encontramos, y diríamos que trazando frontera, en la localidad de La Aldea del Puente, en la ribera del Esla, pero, si vamos ascendiendo carretera arriba hacia Cistierna, los pueblos con los que nos encontremos ya carecen de trinquete o juego de pelota.

Otra señal característica de la España meseteña y que nos encontramos en pueblos del sur de la provincia de León (particularmente en el área de la Tierra de Campos e incluso, acaso, de Los Oteros) es el sistema de calefacción, alimentado por la paja, conocido como ‘las glorias’, que tanto sorprendiera a Miguel de Unamuno, sobre el que escribiera, y ya conocido desde la antigüedad romana. Un sistema de calefacción que ya deja de existir nada más que nos adentramos en el área húmeda o cantábrica de la provincia de León.

Desde hace años, venimos observando, y analizando también, tales sutiles fronteras –invisibles, pero sutiles, de tipo geográfico, etnográfico y antropológico– que marcan la provincia de León y la dividen en dos grandes franjas.
Y, hoy, queremos compartir tales observaciones, sutiles e imperceptibles, con nuestros lectores.

Lo más leído