Ahora que ya hemos dejado atrás las fiestas navideñas, y se reanudan las actividades diarias, nuestros deseos se plasman en que el año que viene volvamos a estar los mismos y, sobre todo, con buen estado de salud, aunque sé que esto no pasa de ser una aspiración, pero por desear que no quede. No sé si es porque nos encontramos con personas que, durante el año, por unas razones o por otras, no hemos coincidido, pero lo cierto es que las calles se convierten en lugares de recepción de saludos deseándonos, los unos a los otros, que se cumplan nuestras mejores aspiraciones en el año que comienza. Anuncio esta colaboración con el deseo compartido de disfrutar de la salud de uno mismo, así como de la de todos los nuestros.
Pero la aspiración que más se prodiga en las salutaciones en estas fechas es el de: «Cuídate mucho», a lo que añadimos para nuestros adentros: «por la cuenta que me tiene». Al hilo de esto no puedo dejar de comentar una anécdota relacionada con la salud, como el bien más importante que tenemos, y que tuvo lugar hace unos años. Acabábamos de salir de una farmacia, después de comprar unas medicinas con mi amigo Barajas, cuando, a modo de despedida, le dijimos: ¡A seguir bien! Hasta aquí nada anormal, pero lo curioso fue que al encontrarnos ya en calle, se nos dirigió un señor, que también salía de las Farmacia y que fue testigo de la despedida, y nos dijo sonriente, pero con mucha sorna a media voz, hombre en una farmacia no se puede expresar eso porque ellos viven de todo lo contrario. La verdad es que la vida está, aparentemente, llena de contradicciones y lo que es bueno para uno no lo es para los otros, a saber: es malo estar enfermo pero es bueno para la industria farmacéutica.
Otro ejemplo que yo escuche siendo muy joven entre dos amigos en un lugar en donde se sienta cátedra o jurisprudencia parda, es decir, en un bar, en el que sonrientes se echaban en cara las diferentes profesiones que cada uno tenía, pesara a quien pesara, cuando el propietario de una funeraria, cansado de las indirectas de las que era objeto se enfrentó y les dijo: «Yo no quiero mal a nadie pero que el negocio no pare», a lo que uno de los amigos presentes le rebatió diciendo: «Cállate, que estas mejor callado , que tú comes el pan llorado», lo cual me dejo pensativo por la ocurrencia y casi sin habla a los amigos por tan atinada respuesta. Por todo ello agradezco los buenos deseos hacia mi persona con la aspiración de que, cada año, por estas u otras fechas, nos sigamos parando con los amigos a charlar, a tomar algo o a pasear en compañía, como expresión de que seguimos vivos y «votando», aunque a veces lo hagamos con el colmillo retorcido y con la nariz tapada.