Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Que estaba cantado que ‘Gladiator II’ sería un fracaso tan mayúsculo como todas esas relaciones que se retoman después de aquello de «darse un tiempo» y que, por el mismo argumento, América tampoco volverá a hacerse grande en su convulso regreso al trumpismo.
Sobran ejemplos para que la mayoría concedamos a esa frase hecha un estatus de verdad universal. Sagas literarias como ‘Los pilares de la Tierra’ o ‘La sombra del viento’ prueban que hubiese sido mejor echar el freno y quedarse en una buena primera parte, al igual que series como ‘True Detective’ o ‘La casa del dragón’ se podían haber ahorrado esos bajonazos de segunda temporada. En el amor, lo mismo valdría la fallida reconciliación de Jennifer López y Ben Affleck que tu vecina del tercero volviendo con el putero de su exmarido. Los fans de La oreja de Van Gogh nunca olvidaron a Amaia Montero y los jugadores de ‘Pokémon’ vieron cómo sus idolatrados Pikachus y Charmanders de primera generación fueron sucedidos por remesas de absurdos monigotes. Los segundos mandatos de la práctica totalidad de presidentes de la democracia, el nuevo Grand Prix sin vaquilla o los regresos del retiro de deportistas como Armstrong, Maradona o Schumacher. Bueno, que nunca fueron buenas… ¿o no?
Esta mala prensa de las segundas partes surge, de forma paradójica, de una cita que se puede leer en la segunda entrega de ‘El Quijote’. Sin embargo, la maestría que mantiene la secuela cervantina valdría, si acaso, para echar por tierra todo el párrafo anterior. No en vano, Fulgencio Fernández suele comentar en sus charlas y pregones que recurriendo al Quijote se puede salir airoso de cualquier situación comprometida y yo, sabedor de que en esto del periodismo la única fe verdadera es la palabra de Ful, en esta primera columna de segunda parte, me guio por su consejo: «Vengan más quijotadas».
Aquí me hallo de nuevo, juntando letras. Con alguna cana más y algún sueño menos, convencido de cuanto ignoro e ignorando aquello de lo que un día estuve convencido. Espero que esta sea una de esas maravillosas segundas partes con las que también nos sorprende la vida: tu equipo remontando dos goles, esa amistad que volvió tras un encuentro casual o aquel examen tan importante que aprobaste en septiembre. Emulando la manera en que terminan todas esas narraciones de oportunidades renovadas de quienes sobrevivieron contra pronóstico, solo queda añadir que aprovecharé cada día, cada línea, en que se me permita contar a los leoneses lo que pasa en su provincia. A por ello.