Imagen Juan María García Campal

Semana Santa: una mirada laica (III)

27/03/2024
 Actualizado a 27/03/2024
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Miércoles, avanza la Santa Semana y si ya he hablado, escrito de la reflexión que, por agnóstico y laicista que sea, siento ante los pasos que papones y paponas portan en andas como representaciones de las vilezas, virtudes y pasiones humanas como la amistad traicionada (Judas), como el humano y solidario gesto (Verónica), como el humano amor (Magdalena), como la fidelidad del amigo (Juan), como el lacerante desconsuelo de una  madre (Angustias o Dolorosa), cómo no temer dar respuesta temeraria al pensar sobre la íntima motivación de cada una de las personas, de mayor o menor edad, de distinto sexo, de variado estado y condición que participan en las procesiones. Haré referencia concreta a mi ver pasar al conjunto de cofrades y cómo, a su paso, busco normalmente las miradas y pies de los papones, es decir, los escruto buscando respuestas a su íntima motivación para ese penitenciar. Y encuentro viejas y nuevas miradas de orgullo, de sano orgullo, alguna que otra desafiante, pocas indiferentes, que quizás sólo sean de pretendida naturalidad, de un no pasa nada, bastantes de recogimiento, reflexión, otras de dolor e incluso alguna de gratitud. Por qué he de suponer que no van ellos como yo estoy, cada cual, con su pena, su alegría, su preocupación, su debilidad, su fuerza, su anhelo, su pesar, con su vida, conociéndose e intentando explicarse tantas y tantas cosas que nos provocan tribulación.

Qué lleva a algunos de los papones a buscar mayor penar procesionando a pies descalzos; qué conciencia, qué sensibilidad, qué se han preguntado, qué respuesta buscan, qué se responden. Quién soy yo para juzgar, quién para calificar las íntimas razones que, bien desde sus mentes, bien desde sus corazones, los saca cada año, desde siglos, ya jóvenes, ya adultos, ya ancianos, a representar, a conmemorar en la calle el padecimiento y muerte de Jesús de Nazaret.

Por qué entonces suponerles a unos y otros mejores o peores que yo. Por qué no iguales aun cuando distintos. Si varias son las cofradías que pueblan la semana, si cada papón, procesionario o de acera, siente alguna de especial manera, con afecto especial, por qué cuestionar o negar la varia lectura que las procesiones en sí pueden tener para cada uno de nosotros, creyentes o laicos, frente a nosotros mismos, nuestras propias creencias y nuestra propia conciencia.

Por qué no admitir entonces, como siempre digo, con el abogado y escritor Javier Otaola Bajeneta, Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Española (GOEU), entre 1997 y 2000, y Presidente de la Internacional Masónica (CLIPSAS), entre 1997 y 1999, que fue, que «hay en la Semana Santa una experiencia ética y estética que está abierta a todos, que la convierte en patrimonio de la Humanidad, en una experiencia felicitaria, emocionante, de esas que esponjan el corazón».

¡Salud!, y buen día hagamos, buen día tengamos.

 

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