Todos tenemos a ese amigo que te pregunta cómo estás, pero… antes de que tú contestes ya te ha contado él todo lo que le sucede y hasta su vida en fascículos, y si a ti te ha ocurrido algo, lo que sea, a él, a su señora, prima o vecina les han pasado cosas peores.
Si esto lo trasladamos al «patio, rellano de escalera o barra del bar», eso son hoy las RR.SS., y ya no digamos si hablamos de medios con tinte político, ahí, ¡sí que sí!, contamos con una legión de opinadores documentados, o no, ¡a quién le importa! y algunos hiperbólicos y hasta hay gentes de buena fe que se creen lo que estos genios dicen. Es que poco que miremos en las «redes» existen «especialistas» para todo, sí, ¡para todo!, al menos de boquilla: virólogos, meteorólogos, economistas, entrenadores de fútbol y no digamos ya la cantidad de «Expertísimos en Gestión y Reducción de Riesgos en Desastres y Catástrofes Naturales» que tenemos, sí, ¡han aparecido como las setas en otoño!
Por lo que se lee, eso sí, en internet, tenemos los mejores y más valiosos expertos en varias disciplinas, y nosotros que podemos, o eso decimos, arreglar los desastres de una DANA desde nuestro sofá… no somos capaces de encontrar a un albañil, fontanero, carpintero, pintor o alguien que nos arregle las goteras del tejado o que haga una chapuza. Es que de esos no hay tantos «especialistas», como, al menos de palabra, pululan por el espacio digital.
¿Y la «universidad de la vida» da carta blanca para opinar sobre cualquier tema? Pues sí o pues no, aunque en algunos asuntos complejos y específicos mejor sería confiar en la ciencia, la arquitectura y la ingeniería… y si hablamos de Derecho Administrativo mejor no lanzar las campanas al vuelo.
Ya lo dijo en 1846, con su poema, don Ramón de Campoamor: «Y es que, en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira». Salud.