Entiendo que el título escogido para este artículo es un tanto desagradable. Es triste que cada semana, a la hora de elegir tema, haya que escoger entre dos opciones: o cerrar los ojos a la realidad y callar ante cada nueva impostura que nos ofrece el Felón, o tener que manifestar la sensación que nos produce el ver avanzar su dictadura bolivariana: rabia, indignación, impotencia, malestar… y, especialmente, asco.
Son cientos, tal vez cientos de miles, los comentarios que se hacen en este mismo sentido sobre una de las personas más dañinas y miserables que ha conocido España en las últimas décadas. Pero por lo visto son insuficientes para poder cambiar la realidad, porque el número de insensatos, ignorantes o imbéciles que le defienden parece aún mayor. Nos preguntamos: ¿Cuál será la siguiente felonía? ¿Qué nos espera aún? ¿Qué estrambótica sorpresa nos depara el futuro? El esperpéntico viaje de vuelta e ida del prófugo de Waterloo, con total impunidad, es una humillación más, una burla a la justicia y al estado de derecho, una tomadura de pelo a los españoles.
Pero ¿Cómo podríamos definir la sensación que nos produce ya no solo el pasotismo y la indiferencia de este pueblo, sino su complacencia ante tantos y tan grandes atropellos? ¿Cómo es posible que nos dejemos engañar y robar? Cataluña no quiere la independencia, no solo porque no es posible, sino porque no le interesa. Quiere ser independiente para manejar dineros que nos pertenecen al resto de los españoles, pero quiere seguir dependiendo de nuestros impuestos y que les paguemos las pensiones y otros gastos.
¿No es cinismo afirmar que ahora Cataluña está gobernada por un partido no separatista, consiguiendo que los independentistas no tengan mayoría? El señor Illa sigue el dictado de los enemigos de España. De no ser así ¿por qué el señor Illa no quiere saber nada de la bandera española? ¿Por qué margina aún mucho más el uso del castellano? ¿Por qué desprecia a la policía nacional y a la guardia civil? ¿Por qué permite la desigualdad de los españoles a favor de los catalanes? ¿Por qué quiere para ellos impunidad y privilegios económicos a costa nuestra? ¿Acaso esto no es hipocresía? ¿Por qué somos tan tontos que nos dejamos engañar y robar miserablemente? La respuesta es muy simple: porque un matrimonio sospechoso de corrupción quiere seguir viviendo en un palacio a cualquier precio. Y porque este señor tiene comprada a mucha gente egoísta y sin escrúpulos. Y porque estamos idiotizados. ¿Hasta cuándo?