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Separación de poderes e indultos

01/02/2025
 Actualizado a 01/02/2025
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Me imagino que el filósofo francés Montesquieu, considerado el padre de la separación de poderes, estará observando con incredulidad lo que está pasando a ambos lados del Atlántico. Su idea de que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial funcionaran como un sistema de pesos y contrapesos, evitando que ninguno de ellos mandara sobre el resto, es en la actualidad una quimera. 

Pecaríamos de ilusos si dijéramos que ha habido una democracia tan perfecta e la que la separación de poderes funcionara a la perfección. Pero igualmente, nos convertiríamos en necios si no reconociéramos que en la actualidad se está corrompiendo sin compasión dicha separación de poderes, base fundamental sobre la que se debe apoyar un sistema democrático.

Montesquieu recoge en su libro ‘El espíritu de las leyes’ los decretos de gracia, que hoy conocemos como indultos. Pero la esencia de esa medida excepcional dista mucho de cómo últimamente se está empleando, siendo un claro exponente de la intromisión descarada del poder ejecutivo en el judicial. Es una evidencia que los indultos son legales, pero igual de cierto es que la utilización interesada y con fines ideológicos y partidistas, además de carecer de ética, provoca una desconfianza de la ciudadanía en el sistema.

No piensen que voy a retroceder hasta 2021 para hablar de los indultos a los condenados en el juicio del ‘procés’ catalán. Hace cuatro años Montesquieu se quedaría atónito con lo sucedido, pero de lo que creo que no se va a recuperar nunca es de lo que ha ocurrido en EE UU, que durante un tiempo fue considerado como un modelo de democracia a seguir. Los republicanos y demócratas han protagonizado unos hechos lamentables y de los que sólo se puede sacar una conclusión: la política está podrida y desprende un olor nauseabundo. 

Biden prometió que nunca indultaría a su hijo y lo indultó, y unas horas antes de abandonar la Casa Blanca aprobó unos indultos preventivos para familiares directos y colaboradores suyos, justificándose en que podrían ser víctimas de una persecución injusta por su sucesor. Es decir, no ha dejado ni que la justicia haga su trabajo y juzgue si cometieron o no algún delito. Y el mismo día en el que se convirtió en presidente Trump indultó a más de 1.500 personas condenadas por el asalto al Capitolio.

Visto lo visto, tanto en el Nuevo como en el Viejo Mundo, con el objeto de reducir los intentos de vulnerar la separación de poderes, se debería suprimir la figura de los indultos, ya que los políticos la han pervertido hasta tal extremo que se ha convertido en una lacra para la democracia.

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