
¿Seré yo, Padre?
12/04/2015
Actualizado a
18/09/2019
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Además de destruir la carrera de Iker Casillas, José Mourinho dejó a su paso por España un rastro de cadáveres, más derrotas y menos victorias de las que se podrían suponer por su arrogancia, gestos hacia los demás y preguntas hacia sí mismo que han quedado para la historia y, aquí está lo peor, también una forma de actuar que se ha instaurado en toda la sociedad. El método del portugués ha calado desde los chavales que juegan en el patio del colegio y tienen que hacer equipos hasta los candidatos a los que les mandan hacer listas electorales: primero decides quién no quieres que esté (o no te dejan desde el palco) y luego ya completas con lo que puedas. Sólo bajo esa estrategia, la de la eliminación, se entiende que el Partido Popular encomiende su resultado en las próximas elecciones a lo mismo a lo que se encomendó Indiana Jones para hacerse famoso y Steven Spielberg para hacerse rico: la búsqueda del Santo Grial. Durante la etapa más ruidosa de Isabel Carrasco (frase a todas luces incorrecta porque se podría suponer que hubo alguna vez una etapa silenciosa), León fue ganando protagonismo en las páginas del Interviú, hasta el punto de que estremecía pensar que ese in crescendo en reportajes de investigación sobre viajes y facturas llegara a la sección de reportajes a capella de la veterana revista. Ahora, con la presencia de una prestigiosa historiadora en la lista del PP, León previsiblemente ganará protagonismo en el programa de Iker Jiménez, que es mucho más serio que Interviú pues junto a El Mundo Today y El Jueves es ya, con diferencia, el reducto del periodismo más creíble que nos queda. Acostumbrada a que solo ella sabe lo que ha pasado, y que ha pasado como ella dice, le va a costar mucho tener que compartir protagonismo en lo que está pasando. Escucharse a sí misma, que es en lo que hasta ahora ha mostrado más destreza, no parece la mejor táctica para sentarse a la mesa, en la que con un menú de hamburguesas grasientas XXL, patatas fritas y refresco grande por el mismo precio, quizá servido en el cáliz de Doña Urraca, esperan los populares recuperar la pantagruélica última cena que se dieron hace cuatro años, aunque esta vez las encuestas apuntan a que no van a llegar a ser 12 apóstoles. Antes de empezar, el candidato ya ha tenido que lavarles a unos los pies y a otros las cuentas pendientes con la justicia, guardar la llave de la sacristía para que nadie consagre antes de tiempo y, para asegurarse de que ninguno le negará tres veces antes de que cante el gallo, ha elegido la táctica definitiva: no contar con ningún gallo. Se debería estar preguntando quién le traicionará, pero lo sabe mejor que nadie. ¿Seré yo, Padre?
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