Por fin: resuelto el enigma. Ya tenemos gobierno en la Diputación. Los últimos de España en decidir quiénes van a administrar nuestros sueños durante los próximos cuatro años de guardar. Y todo porque quienes ganaron las elecciones no supieron, o no quisieron, pactar. Don erre que erre de nuevo en acción. Un plagio, al cabo, del gobierno central.
Pero al que llega de lejos con ánimo de comprobar si todo sigue igual, si todo está en si sitio, si lo que dejamos no ha sido demolido aún por la adversidad, si la memoria aguanta tanta adversidad, a este sujeto, víctima de la emigración, no le apetece nada convertirse también en verdugo, y se muestra dispuesto a la comprensión. ¿Que de las cloacas de algunas las calles de la capital salen leones negrísimos? Pues: ¿qué más da? ¿Que el arroz de alguna comida comunal resultó un desastre total? Pues, a comer a casa de Natalia, que siempre cocina bien.
Lo malo es la nostalgia, la serpiente, que siempre termina entrando, como el cansancio y como ‘la fame’, como el mal fario y la soledad. Dice el griego, Kallifatides, sueco de adopción, en su maravilloso ‘Un nuevo país al otro lado de mi ventana’ que los emigrantes «sin pensarlo hemos tomado un camino que suponemos nos llevará a nuestro Paraíso personal, sin haber tenido en cuenta que ahí estaremos solos, como onanistas psicóticos, en compañía únicamente de la serpiente, y que en la serpiente podemos tener confianza. Pero la serpiente, (la nostalgia) hará lo que tiene que hacer. Nos morderá».
Pero; ¡Qué nos quiten lo ‘bailao’! Una visita a la Cueva del ajo, en Sahelices de Sabero; una puesta de sol en Veneros; un corro de lucha leonesa en Boñar; o en baño en el Esla, frente al hogar. Y los demás, los políticos y tal, como los que cuenta el Melladín de Pedrosa del Rey en ‘Rebozos’: «Un escribano y un gato / se cayeron en un pozo / como los dos eran gatos / se ‘arruñaban’ uno a otro».
Es curioso, sin embargo, el paralelismo entre la formación del gobierno de la nación y el de nuestra diputación. En ambos se da el caso de un partido ganador pero incapaz, y de una izquierda siempre dispuesta a escuchar el silbido de la serpiente, bien se aparezca e forma de un huido de la justicia, o de un ser apenas apreciable en el terreno para el que nació. Tal vez se refería a ellos el Melladín, en un cuanto titulado ‘Los maimones’ cuando retrata al mozo Juan Galán, que era corta estatura: «Color de aceituna / vergüenza, ninguna».