Sí, estrenaré chaqueta

No se esperance, ni tema ni goce alcaldable alguno. No titulo así porque vaya a escribir de las próximas elecciones municipales por ‘Ppopular show’ que haya, ni porque, sin límites, haya ampliado mi espectro cromático ideológico político. Es lo bueno de ser agnóstico, que de los muchos dioses posibles la mayoría te valen, no porque te sean útiles o te merezcan aprecio o estimación, sino porque, de ser, tal parece que te cortejen con su amparo o protección.

Sí, estrenaré chaqueta, pues la ocasión, mejor que mejor, por óptima lo merece. No siempre está uno –y usted también– invitado a la alegría de unas poéticas y dichosas bodas de plata y simultáneo dar a luz un nuevo hijo, libro que, por antológico y con poemas inéditos, es muchos libros, que luz dará a quien a alma abierta lo lea y a más luces, como a mí, sin duda, lo llevará.

Y no. No escribo lo anterior como experto conocedor de canon alguno y aún menos poético. Lo hago como «incurable aprendiz de escribidor» y como lector de los que lee para aprender a mejor vivir y sentir cada día y, si acaso, cada día un poco mejor llegar a hacerse o tan sólo –larga mi torpeza, corta mi aptitud– mermar los cotidianos yerros en este vital ocaso que es, como el poeta dice en el suyo crepuscular, «La misma soledad inhabitable» que uno resiste y hasta llega a gozar gracias a los pertrechos que aportan libros, obras, poéticas como la reunida en la antología (1997-2022) por el, para mí, magistral Antonio Manilla en ‘Lenguas en los árboles’ (Colección Averso Poesía. Aliar Ediciones).

Y sí, digo ‘magistral’ no sólo por lo mucho que, como aprendiz de escribidor de renglones cortos, puedo y debería aprender de él, sino por lo mucho que en él se puede instruir la inflacionada nómina de los que poetas se dicen ignorando u olvidando lo que ya nos señaló este maestro en su ‘Canción empírica’ (En caso de duda y otros poemas de casi amor, 2016) que: «Sentimiento es sentido» y «Los sentidos nos mienten».

Y no, por favor, no se me acuchille hoy por acólito de capillita alguna –sea a pluma, boli o lápiz– y séame dado vivir tal alegría mañana, jueves, en el ILC, a las 20:00 horas.

Y sí, mañana estrenaré chaqueta. Irá sobre, por si caso fuera, sólido y seguro chaleco y será gris, pues ya he aceptado o me he rendido a que, como bien reveló en su ‘Suave ribera’ –¡ay los años, el tiempo y su paso, ora lento, ora raudo!–: «A cierta edad, el gris es un color alegre» y ya bien sé «…que con la edad se vuelven relativos / las sombras y los gozos».

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!