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Si no lo cuento, reviento

12/01/2025
 Actualizado a 12/01/2025
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Contaba el gran Félix Pacho Reyero, maestro de periodistas nacido en Calzadilla de los Hermanillos, que la conversación más breve y trascendental de su vida se había producido durante la madrugada del 20 de noviembre de 1975. El teléfono de su casa sonó en mitad de  la noche y él respondió con la serenidad de quien llevaba demasiado tiempo esperando aquella llamada:
- ¿Ya?

Al otro lado de la línea, el redactor del periódico Informaciones que hacía guardia en la puerta de LaPaz respondió escueto:
- Ya.

La muerte de Francisco Franco, que obviamente se ha convertido en otro motivo de enfrentamiento (como si no se hubiesen celebrado también sus 49 aniversarios anteriores) es una de esas noticias que hacen recordar a todos los que estaban vivos entonces el lugar, la situación y la compañía del momento exacto en que se enteraron. Los grandes acontecimientos lo son porque se transforman en infinitas pequeñas historias y no sólo hacen recordar los detalles, sino que también generan la necesidad de compartirlos. Sin habérselo preguntado nunca a nadie, yo mismo podría decir lo que estaba haciendo un montón de gente, dónde y con quién, cuando murió el dictador. Otros grandes acontecimientos que lo demuestran fueron, por ejemplo, el 23-F, el atentado contra las Torres Gemelas, el gol de Iniesta o Pedro Sánchez decretando el estado de alarma. Como todo tiene su versión local, en el caso de León los acontecimientos históricos más recientes que hacen a todo el mundo recordar lo que estaba haciendo cuando sucedieron, y por supuesto contártelo como si aportara algo, como si te interesara, fueron el atentado contra el comandante Cortizo, el asesinato de Isabel Carrasco y, desde el pasado lunes, el día que la Lotería del Niño repartió casi cien millones euros entre los leoneses.

La ciudad, la provincia entera, se llenaron de filandones, una sobredosis de literatura oral.En cada esquina había alguien contando por qué no había comprado un décimo del 78.908. Algunas historias son verdaderamente rocambolescas y podrían tener un pase, aunque la verdad es que su repetición les quita toda la gracia que pudieran tener, pero hay otras que te cuentan con mucho entusiasmo y son más sosas que la propia desgracia de ver cómo la suerte te pasa de largo. Luego están los que ramifican tanto que parece que te quieren contar una historia pero, en realidad, en vez de avanzar en ella lo que hacen es retroceder. Para contarte que estuvieron a punto de comprar el décimo en cuestión pero no lo hicieron, básicamente como los otros 448.000 habitantes de esta provincia, se remontan a sus últimos análisis de sangre, la cola que había en el ambulatorio y allí esperando, en ayunas, y luego encima salió el colesterol por las nubes, y eso que era antes de Navidad, que con tanta cena y tanta comida... aunque este año no vinieron todos, se tienen que repartir, claro, y el caso es que cuando iban a comprar las pastillas que les había recetado el médico y justo pasaron por delante el día antes y pensaron en entrar y comprar un décimo pero resultó que, como en el ambulatorio, también había cola. Una agotadora retahíla de «Pues yo...», «pues yo...».

Los que callan, en cambio, son los 469 leoneses a los que esta misma semana Loterías yApuestas del Estado les ha hecho un ingreso a cuenta por 168.000 euros d.H. (después de Hacienda), que es más o menos lo que le queda a cada afortunado. Algunos, los más nobles, salieron el primer día a celebrarlo sin complejos, y otros han ido cantando a lo largo de la semana al grito «si no lo cuento, reviento». Pero inquieta saber que la inmensa mayoría de los nuevos ricos están por ahí, como si nada, tomando vinos, pidiendo más tapa, hablando del tiempo, dándose la razón, quejándose de Valladolid... pero con 168.000 euros en el banco que la semana pasada no estaban. Sí, lo sé, hay unos cuantos que tienen el doble porque llevaban dos décimos, pero a esos se les identifica fácil porque no son capaces de contener ni la sonrisa ni el tamaño de su coche, por lo general un todo terreno, deportivo y todo lo que se pueda ser para llamar más la atención... hasta híbrido, si hace falta, y así poder meter baza en las conversaciones de los que apuestan por el coche eléctrico y de los que sólo confían en el petróleo. El problema viene con el resto: el leonés medio al que esa cantidad tampoco le soluciona la vida y que calla como un... muerto, digamos como un buen leonés. Sólo confesará su suerte dentro de unos cuantos años, cuando haya pasado el tiempo suficiente para que ya no tenga miedo a que nadie le pida dinero, y dirá: «¿Te acuerdas de aquel año que la Lotería del Niño...?».Empezarán entonces a llegar las explicaciones a aquel coche, aquel viaje, aquellos muebles... 

Pero hay que intentar identificarlos antes.Por nuestro futuro. Por nuestra supervivencia como provincia. Tiene que ser posible. Están por ahí. ¡Son 469! Pueden aguantarse la sonrisa pero sin darse cuenta caminarán más erguidos por la calle, sin la vieja cojera, adiós a la escoliosis con el tratamiento mágico de los Niños de SanIldefonso.Se pondrán pelo.Se destrozarán la cara con botox. Hay que encontrarlos. Les pediremos que no dejen el dinero parado, que no se deleiten contando los billetes, mirando los ceros en la cuenta corriente, como es triste tradición local, que lo muevan, que la maltrecha economía leonesa lo necesita, entre otras cosas porque, ya antes de que ellos fueran ricos, aquí se pagaban la mitad de los pisos a tocateja.

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