Escribo despacio. Late contento, muy contento, mi corazón y rápido lo hace palpitar mi sangre roja, así como con ritmo entre internacional y marsellés. Y como tampoco quiero que los briosos corceles –(«lo que oyen señoras y señores / el que dice corcel en vez de caballo / tiene su porvenir asegurado», que dejó dicho el poeta don Nicanor)– de mi íntima alegría me alejen de la capital templanza a la hora de comentar algunos aspectos de la realidad política. ¿Comprenderá, no? Cómo no me va a regocijar la gran derrota de la franca extrema derecha, cómo no me va a alborozar la inesperada victoria del galo Nuevo Frente Popular en la vecina república del norte, por tantas cosas, de mi admiración y estima. Y, sobremanera, como no congratularme aún más cuando en su derecha política, con todo, reconozco la clase de derecha que uno tanto y desde tanto echa de menos en esta «España camisa blanca de…».
Qué duda cabe que mantiene la derecha francesa no sólo unos orígenes y tradiciones más democráticos que los de la derecha patria, sino, sobre todo, una mayor y mejor memoria –histórica, con perdón–. La una luchó y se alió contra el nazismo y lo venció; la otra, salvo honrosas excepciones, con sus «siete magníficos» antiguos jerarcas franquistas y padres fundadores de Alianza Popular (origen del Partido Popular) procede del golpista y largo régimen de Franco y, qué remedio, se amoldó. Cosas de la urgente reconversión democrática de tantos que, como se dice, se durmieron franquistas y se despertaron demócratas y, lo que es peor, ¡de toda la vida! Qué le vamos a hacer: de su pecado de origen nos viene esta penitencia.
Así, qué quieren: que me escandalice del, excepcional por cínico, tuit de Feijóo («El centro político debe unirse para evitar que los extremistas dirijan su futuro»), no, imposible; que me cabree, por qué, si es totalmente coherente con su nada recta línea; si habla por sí mismo. Si no, por qué ese «su» –¿de quién?– en vez de un más acogedor «el» –futuro de todos–. ¿Desde qué centro escribe Feijóo? ¿Desde la convicción o desde un descentrado «me han pillado» en amoríos con Vox? Si no fuera porque esta derecha me da tristeza o, mejor, pena, me reiría. ¿Pero quién ha dado poder al facherío de VOX en las instituciones, quién se apoya en él para tenerlo? Lo escribió desde la nada recta línea del PP, la del todo vale. Y Vox amenazándole. Otro cínico chiste. Euros son euros y ha de pagar la multa por infracciones muy graves en su patriótica financiación.
¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.