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Si traen calzoncillos que no vengan

05/01/2025
 Actualizado a 05/01/2025
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De todas las derrotas que me han apretado al cuerpo, que son más incluso que las patadas de Belén Esteban al diccionario, la que más me dolía cada año era cuando llegaba el Día de los Reyes Magos, tan entrañable, una noche tan mágica, el día de la ilusión y los nervios... y cuando me levantaba por la mañana otra vez que me habían dejado calzoncillos, pijamas, calcetines de lana iguales que los que estaba haciendo mi madre unos días antes y hasta un jersey de lana con unos renos con unos cuernos que te llegaban de la barriga hasta la sisa.

Un año vale. Al siguiente les pedías un balón y más calcetines. Al año de más allá pedías una ambulancia con sirena que tenía Santiago en el escaparate de la tienda y más calzoncillos de felpa, de aquellos Marianos que ahora no los encuentras ni en Antoñanzas, que tiene allí cajas de cuando salías con frío del Club Radio.

Hasta que ya no soporté más y al año de más más allá cuando dijeron en la radio que llegaba la noche tan entrañable, una noche tan mágica, el día de la ilusión y los nervios... me revolví contra la Telefunken, que no es mala radio pero dice mentiras, y le grité al cristal con los nombres de las emisoras: «Si me van a traer más calzoncillos que no vengan».

Parecía cosa menor pero llegó a oídos de don Clemente un día de catequesis y el señor párroco le advirtió a la patronal, mi abuela: «El niño puede estar cometiendo delito de herejía».

- ¿Hereje mi niño?

- Como te lo cuento.

Menuda pena que me metió en la quijotera, para añadir a la de los calzoncillos, hasta que me libró de las penas Zapico el de Canseco cuando me contó la historia de la Tía Civila, que no es que se levantara contra los Reyes Magos, lo hizo con el mismísimo Dios, que así lo contaba Zapico:

- Le volvió el aire el humo de la cocina. Entonces Civila salió a la calle, se arrebragó en el medio de ella y mirando al cielo gritó (como yo a la radio): «Oye cabrón, si tienes algo contra  mí bajas y lo discutimos, pero con el calor de la familia no me juegues que subo yo y te enteras». 

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