Anda Luis Tudanca muy esforzado en apaciguar, al menos públicamente, las aguas entre su dirección regional y el PSOE de León. Este martes todo eran melodiosas palabras vacías no tanto para acercarse a Javier Alfonso Cendón como para no darle más munición con la que seguirle acribillando. Sabe el secretario general del PSOE de Castilla y León que su liderazgo está en horas bajas mientras parece tomar vuelo el del líder leonés. La debilidad de Tudanca no le permite hurgar en las heridas si desea, que tampoco sabemos ni siquiera si lo desea, repetir candidatura a la presidencia de la Junta cuando llegue el momento.
Fue a León a decir que no le «estorba» ni le «molesta» la propuesta de una fiesta para la Región Leonesa el 18 de abril separada de la fiesta autonómica del 23. Usó el burgalés unos verbos tan poco entusiastas que el acercamiento le acabó sonando a condescendencia. Este debate de la fiesta leonesista define la política artificial. A mí tampoco me molestaría que la Región Leonesa tuviera su celebración propia. Ya la tiene cada pueblo, comarca o capital a lo largo del año. Aunque instaurarla como contraprogramación vengativa al Día de Castilla y León me parece más dañino que apaciguador. Pero eso de conciliar dividiendo también nos lo vende a diario Pedro Sánchez. Que una nueva fiesta contribuya en algo a solucionar los graves problemas reales de esta tierra es otro cantar. A lo folclórico se dedican nuestros políticos. Nos vendría mejor si se propusieran trabajar más y festejar menos.
Está Luis Tudanca tocado desde que cuestionó en un par de ocasiones al sanchismo. Esa sí que es una línea roja en este PSOE. Quedó quizá sentenciado desde que le señaló no hace mucho Óscar Puente cuestionando su liderazgo. El ministro guerrillero es ahora el todopoderoso guardián de las esencias del sanchismo. La superstar rebelde que marca el camino y lidera las fiestas. No sabemos si, además de a Cendón, a Puente le estorba o le molesta Tudanca.