07/02/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Tras la intensa semana de nevadas que estamos padeciendo, les voy a reconocer que no me gusta la nieve. Y eso que mis abuelos eran de cerca del Puerto Vegarada, donde el Cierzo ataca duramente. Tampoco me gusta el esquí, solo recuerdo haber estado una vez en la estación de San Isidro, obligado por el colegio. Y durante mi estancia en Granada, que fueron varios años, solo subí una vez a Sierra Nevada y porque no me quedó otra alternativa, cosas de la radio…

La nieve, que a tantos gusta, evoca e incluso dicen que invita a escribir poesía, a mi no me agrada. Hace frío, cala y caminar por la calle se convierte en una misión muy peligrosa, aunque este año, Julio Cayón ha puesto todos los medios a su alcance para paliar el patinaje artístico ciudadano. La nieve hay que verla a través de la ventana y con calefacción o chimenea, solo así se disfruta.

Un fenómeno que suele darse estos días, son los ciudadanos que se tiran a las sacas de sal como si fuera oro molido. Aprovechando la poca luz y la llegada de la noche, sacan de los bolsillos las bolsas del Alimerka perfectamente dobladas y tras desplegarlas con un golpe seco, las llenan a dos manos y hasta arriba, con una velocidad de vértigo y sin ningún tipo de pudor ¡Algunos llevan sacos y palas!. Siempre me he preguntado cual es el fin de esta misión, porque entiendo que no creerán que son escamas tipo Sal Maldon y alguno aliñe el tomate, prepare un cocido o envase anchoas.

Mi teoría es que simplemente se lo llevan porque es gratis, y da igual que sea sal, o serrín. La cuestión es llevárselo sin pasar por el fielato. Ya saben lo que nos gusta en este país burlar la legalidad.

Algo parecido creyó Monedero que podía hacer, sin pasar por el territorio del ministro Montoro. Ya alardeó a los cuatro vientos, que no le tenía miedo, pero se hado mucha prisa en regularizar la irregularidad con una declaración complementaria. Con estas estrategias, muy de casta, y los honorarios millonarios, el discurso deja de ser creíble a pesar de tanta puesta en escena y sus camisetas con manidos mensajes revolucionarios.

Pasado el escándalo Errejón y su beca a medida, nos encontramos con Monedero a lo Lola Flores, arronchándose su parte. Todo esto y más, en tan solo unos meses, sin haber tomado aún el cielo y sin disponer de un despacho de la ‘Patria’, palabra recuperada para los manifiestos, con bandera o banderas, porque en este campo nos tienen descolocados.
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