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Sinvergüenzas

20/09/2020
 Actualizado a 20/09/2020
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Hay que ser muy sinvergüenza y muy caradura para culpar a los ciudadanos de su contagio cuando la gestión realizada para su prevención ha sido nefasta. Es innegable que hubo, hay y habrá personas irresponsables, pero los máximos culpables de la segunda oleada de coronavirus en la Comunidad de Madrid son quienes la gobiernan. Hace menos de cuarenta y ocho horas, la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, y el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, anunciaron el confinamiento de diferentes localidades, la mayoría pertenecientes al sur de la misma, a la vez que culpaban, sin sonrojarse, a los ciudadanos por la alta tasa de contagio en dichas zonas.

La previsión y gestión de la crisis por parte de la popular en la Comunidad de Madrid ha sido prácticamente nula; todo a última hora, improvisado y mal. Habrá quienes comparen esta situación con la del Gobierno el pasado mes de marzo y no negaré que podía haberse realizado infinitamente mejor, pero ahora ha habido varios meses para preparar a la provincia ante una segunda oleada y no se ha hecho. Esta horrible y prácticamente inexistente organización ha dado como resultado numerosos contagios a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid. Por ello, en un alarde de imaginación y creatividad, han decidido confinar diversas zonas de la provincia, siendo la mayoría barrios obreros y humildes del sur, de una forma un tanto absurda; no pueden salir de casa para visitar a familiares y amigos en su misma calle, pero sí pasarse más de una hora como sardinas enlatadas en el transporte público para ir a trabajar. Sin duda, se trata de una situación, cuanto menos, esperpéntica.

En definitiva, sé que siempre se trata a la Comunidad de Madrid como el ombligo del mundo y que en todos los lugares de España hay problemas, posiblemente mucho más graves como la despoblación o la falta de medios, pero hoy me parecía necesario volcar sobre estas líneas la espantosa gestión de una crisis sanitaria, económica y social que se está llevando a cabo en la provincia y que afecta a cerca de siete millones de personas. Habrá irresponsables, sí, pero los ciudadanos no somos los verdaderos sinvergüenzas.
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