08/03/2025
 Actualizado a 08/03/2025
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Limitada. Era una sociedad limitada la que la constreñía a las paredes de su hogar en el que la mujer-madre se desvivía del alba al ocaso para procurar el bienestar a los suyos. Desde velar por la impecabilidad del atuendo marital hasta atender al más pequeño de los retoños que reclamaba su espacio desde el fondo de una cuna infinita. Ya fuera limpiar el chorrete de colacao que se escapaba por la comisura de los labios o trazaba un prematuro bigote, o cerrar la precipitada cremallera de la mochila perezosa. 

Limitada. Para que tu pudieras charlar con ella de regreso cuando iba a buscarte al colegio sin faltar uno solo y pudieras venir contándole entre ‘quejillantos’ la última faena que te había hecho la enemiga de turno o enseñarle el raspón de la rodilla que aún rezumaba la tierra del patio de aquel recreo ruidoso.

Cuando fue pasando el tiempo y ya podías venir sola, a veces llegabas a casa y te la encontrabas cabizbaja, con expresión distraída, colgando entre sus manos largos rizos tristes, residuos de patata, que caían lentamente a un cubo de basura… también infinito… mientras pensaba en aquellos días de entrega al estudio que la desmarcaron del resto, quisiera haber tenido arrestos para continuar con el sueño…

Otras veces la encontrabas aferrada al palo de una fregona o acaso agachada, luchando con alguna esquina rebelde que no soltaba las pequeñas inmundicias adheridas. Limpiando cristales. Abrillantando metales. Aplicando el ‘baldosín’ en las ranuras de los azulejos. Preparando comidas. Disimulando lágrimas, para no enturbiar la felicidad de la mesa. Con la monotonía urgente de los días a veces tan iguales…

En el colegio te preguntaban la ocupación de tu madre, y no sabías muy bien decir aunque tuvieras claro que de ti se ocupaba. «Ocupación de tu madre: S.L.». «Quiere decir sus labores», te explicaba la que siempre te aclaraba todas las cosas. Y aquello te parecía como algo lejano. Sus labores, cosa suya, allá se las componga, porque asunto suyo es, y no otro. Ellas en casa… son las amas… de casa…

Pero olvidaron la etimología. Sus labores. Del latín: labor, laboris… trabajo, trabajo, trabajo. Mujer trabajadora. Gracias a sus labores de entrega, renuncia y sacrificio… podemos hablar ahora de realizar las nuestras, más allá del hogar…

Limitadas. Sus límites ensancharon los nuestros. Sus trabajos permitieron los nuestros. Sus alas cortadas vigorizaron las nuestras. Y aquel silencio abnegado regaló a sus hijas el futuro que a ellas les negaron.

Sus Labores fuimos nosotras.

Hoy es vuestro día, mujeres S.L. Madres, maestras, multitareas. Mujeres trabajadoras. 

¡Gracias ilimitadas!

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