28/10/2023
 Actualizado a 28/10/2023
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La vida es azar. Incluso antes de que demos la primera bocanada de aire tras maduración de nueve meses en barrica materna, el azar juega un papel clave. Primero en que dos personas desconocidas unan sus vidas entre miles de posibilidades existentes y después, que entre los más de 200 millones de espermatozoides que se lanzan a la conquista del óvulo sea uno en concreto el que salga victorioso. Si es que alguno lo consigue.

El hecho de que el azar esté presente antes de nuestra propia existencia, es prueba irrefutable de su presencia en nuestras vidas hasta el día de la muerte, en la que, por cierto, el azar también tiene mucho que ver. 

Se estarán preguntando hacia donde quiero llevarles con estas reflexiones azarosas. Pues ni más ni menos, que a la vida. Mejor dicho, a cómo afrontamos la vida. La única que tenemos, aunque demos a entender con nuestras conductas que no somos conscientes de ello. Si hemos tenido la suerte de que el azar nos ha permitido vivir, aprovechemos este premio que nos ha tocado sin haber comprado ningún décimo de lotería. Hay una gran diferencia entre vivir y sobrevivir y, lamentablemente, cada vez más personas sólo se dedican a sobrevivir.

Es cierto que nadie elige el lugar exacto donde nacer, otro hecho que viene determinado por el caprichoso azar, pero esto influye notablemente en si la única carta que puedes jugar es la de sobrevivir o si, por el contrario, te ha tocado el naipe que te da la opción de disfrutar de la vida. Me parecería muy atrevido e inconsciente compartir estas palabras en un periódico de Burundi, el país más pobre del mundo, ya que pocas opciones tienen allí más allá de intentar sobrevivir un día tras otro. Pero lo que es intolerable es que las personas a las que el azar nos ha permitido nacer en un país desarrollado y dentro de un núcleo familiar confortable nos empeñemos en sobrevivir, olvidándonos de vivir.

Es evidente que lo mismo que el azar un día te sonríe, al poco tiempo se puede volver esquivo y te hace enfrentarte a situaciones dramáticas e inesperadas. Pero es que somos tan ignorantes y superficiales que, aunque esto no pase, nos dejamos arrastrar por ciertas modas e ideas que nos llevan irrevocablemente a dedicarnos únicamente a sobrevivir, en vez de vivir la vida. Como la evolución del azar no responde a ningún algoritmo y es imprevisible, dediquémonos a vivir mientras podamos y no desaprovechemos el regalo de la vida que algo o alguien nos ha otorgado, aunque sepamos de antemano que tiene fecha de caducidad.

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