10/03/2025
 Actualizado a 10/03/2025
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Adaptarse o morir. Charles Darwin es el padre de una teoría que ahora nadie discute, pero que en su tiempo se convirtió en todo un anatema. Aquellas especies que no son capaces de adaptarse a su entorno sencillamente mueren. Aquel discurso sobre la madre naturaleza lo ha asimilado al pie de la letra la acción política, tan habituada a aclimatarse a las condiciones del momento.

Mantenerse en el cargo a toda costa, aguantar lo inaguantable, mutar, desdecirse, cambiar de opinión, de compañías o de principios es hoy en día dogma en la vida pública española. Es lícito, aunque ética y moralmente discutible. En la política se mantienen quienes se adaptan, los que no desaparecen del organigrama de los ansiados cargos públicos. Ha sido siempre así, aunque ahora resulta obscenamente elocuente.

El leonesismo ha abierto una brecha en el socialismo provincial de consecuencias demoledoras. El alcalde de la capital abrazó tiempo atrás la nueva tendencia, conocedor de que era quizá la única fórmula para continuar al frente del Ayuntamiento. El problema es que los principios del socialismo no son los del leonesismo. Hay diferencias abrumadoras, aunque como dijo el gran Groucho: «Estos son mis principios, si no le gustan... tengo otros».

El debate, fracasado en el reciente Congreso Autonómico, y la pugna se han trasladado al cercano Congreso Provincial, donde Javier Cendón mantiene las tesis socialistas a nivel nacional, frente a Diego Moreno, apoyado por José Antonio Díez y Luis Tudanca. El mal rollo entre unos y otros, incluida la otrora estrella emergente del partido, Andrea Fernández, ha desatado una ola de agresiones dialécticas sin precedentes.

Cendón invita públicamente al alcalde a irse del partido o a mantener la disciplina orgánica e ideológica. Los socialistas leoneses deben decidir si se mantienen en un partido centenario o crean el nuevo socialeonesismo.

 

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