Imagen Juan María García Campal

¿Su nombre? ¡Genocidio!

14/08/2024
 Actualizado a 14/08/2024
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Afirmar que «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad» es lugar común que viene del diálogo que, en la zarzuela ‘La verbena de la Paloma’, mantienen don Hilarión y don Sebastián cuando comentan los avances de las ciencias en general y de la medicina en particular y que hoy comprueba cualquiera de nosotros al atizarse desde primera hora del día diversas pastillas –grageas, en fino– para mantener a raya los desarreglos que cada cual sufra, aunque no se duela. Así, constatamos estos avances a la hora de enfrentar los rigores climatológicos estacionales y vemos como las edificaciones habitacionales, comerciales, industriales, etc., cada día se construyen mejor, mediante aislamientos e impermeabilizaciones, para hacer dichos rigores soportables, sin merma en el confort y quehacer de sus usuarios.

Lo malo es que, de tanto blindar edificaciones de vario destino, como que de guerra se tratara, tal parece que las personas que gozamos de dichas técnicas también sufrimos sus efectos colaterales y, así, venimos a estar blindados contra humanas tragedias que, mente y corazón bien aislados, nos resbalan sin alterarnos ánimo, ni provocar reacción alguna. Pero no, bien sabemos que no se trata de efecto colateral o secundario alguno, sino de que cada día somos –no nos hacen– más penosamente gongorinos y, ante cualquier injusticia o tragedia que no nos ataña directamente y pueda alterar nuestro relativo bienestar en encefalograma plano nos acogemos al triste, lamentable e inhumano «ande yo caliente,/ y ríase la gente» cuando no, en menos poético, al también famoso «que se jodan» de la hoy exdiputada (PP) Andrea Fabra ante los recortes sociales de 2012.

Y así, ajenos o negados a cualquier gesto de protesta y solidaridad, por pequeño que sea, asistimos a la cotidiana masacre del pueblo palestino por parte del ejército israelí a las órdenes del gobierno de Benjamín Netanyahu. Y así, vemos cómo ejecutan cada día decenas de civiles bajo la disculpa de acabar con un responsable de algún grupo enemigo. Y afirmar esto no es ser antisemita, no. Es que todas las cosas tienen un nombre por más que nos horrorice y a todos recuerde el sufrido bajo el nazismo por el pueblo judío. Porque sí, esta calculada y cotidiana masacre de civiles en la Franja de Gaza, sí tiene nombre, ¡Genocidio!

¡Ya ves, Bertolt Brecht! ¡Ya ves, Martin Niemoller!, siguen viniendo a por unos u otros y seguimos sin decir nada. Vergonzosamente callados aun todavía, ¡Ay Blas de Otero!, nos quede la palabra.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.

 

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