01/02/2025
 Actualizado a 01/02/2025
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Cada vez es más desagradable digerir las noticias. Últimamente se han convertido en material explosivo en manos de custodios sospechosos, ya no sabemos de quien fiarnos a la hora de elegir verdad o mentira, certeza o bulo. 

Al PSOE cada vez le cuesta más aprobar partidas presupuestarias aun cuando se trate de medidas muy sensibles que amparan a sectores sociales dependientes del Estado. Bueno, ¿y quién no depende de ellas en este momento? Diría que muy pocos. Nos han acostumbrado a la pobreza, a pedir ayuda para todo; si encima se deniegan sería lógico esperar una auténtica revolución. 

Junts y PP no quisieron aprobar el Ómnibus porque no contenía solo propuestas como la revalorización de las pensiones, es como ir a comprar tres refrescos y que te obliguen por ley a llevarte también vodka y gaseosas. ¿Hay que tragar con todo?

Con España conteniendo la respiración, Sánchez sudó la camiseta y llegó a un acuerdo in extremis con Puigdemont, que sigue bastante enfadado en Waterloo. El hombre no acaba de ser amnistiado y tampoco se le ha concedido gran cosa en lo que va de legislatura. Ahora que ha dado su brazo a torcer y supuestamente va a votar que sí a 29 medidas que había en el decreto se va calmando. Parece ser que en unos años la 2 de RTVE se emitirá en catalán. Algo más caerá, Carles. A no ser que la Justicia tumbe a Sánchez tú pide y se te dará, no hay escapatoria.

Me encantaría pensar que el presidente se ha arrodillado por ayudar a los pensionistas y a los españoles vulnerables, y si así fuera le agradezco el esfuerzo, pero me temo que no es esa la causa. Sánchez no tiene dignidad, no sabe lo que es eso, tiene estrategia y más vidas que un gato. Solo él sabe hasta donde llegará su manual de resistencia. 

Una vez colonizadas gran parte de las Instituciones, Telefónica la última de ellas, cada vez será más fácil para él manipularnos. No importamos las personas, solo el relato.

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