11/05/2024
 Actualizado a 11/05/2024
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Castilla y León es, junto con Extremadura y Castilla la Mancha, una de las comunidades autónomas españolas que más está sufriendo las terribles consecuencias de la despoblación. Y dentro de nuestra comunidad, León y Zamora son posiblemente las provincias en las que la sangría humana se ha transformado en éxodo imparable.

Somos la tercera provincia de España con más fallecimientos, por cada bebé que nace mueren tres personas. León pierde cada año unos 4.000 habitantes, mientras Valladolid los gana. La tasa de natalidad media de España es baja, se sitúa en un 7,10 mientras que en nuestra provincia cae a un 5,68. Además, somos cinco años más viejos que la media nacional (49,5 frente a 44) y nuestros jóvenes, aun deseando quedarse, saben que deben irse. Reciben una formación excelente que esta tierra derrocha pues es una fuga absurda de talento que emigra a Madrid o directamente al extranjero.

Hace años se creó una mesa de debate contra la despoblación, pero las personas que la conformaron han supuesto sueldos inútilmente gastados, pues esta plaga avanza en progresión desmedida y ellos se sientan, charlan, comen y nada más. 

El éxodo que comenzó siendo rural ya afecta a las capitales de provincia, en las que cada día que pasa observamos más locales cerrados. El nulo apoyo por parte de las instituciones, a emprendedores y autónomos, es de una gravedad que espanta. ¿De verdad en todos estos años nadie ha podido esbozar siquiera un plan de choque que frene tantos naufragios? ¿A nadie se le ocurre simplificar trámites, bajar los precios de alquiler de locales, ofrecer ayudas al emprendimiento y rebajar impuestos y tasas? Eso para empezar.

Desde abril, Castilla y León será la comunidad elegida para que, en París, un grupo de estudiosos analicen y busquen soluciones a nuestra desgracia en un plan piloto que la UE quiere iniciar en zonas cuyo desarrollo involuciona. Esperemos que no sea otra mesa creada solo para disfrutar comidas.

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