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Terrazas y basureros

03/06/2024
 Actualizado a 03/06/2024
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El auge de las terrazas de los bares hace cuatro años, después de la pandemia y en lo que se denominó como ‘desescalada’ para ir recuperando la normalidad, si es que se podía hablar de normalidad, se ha convertido con el tiempo en un verdadero problema. Algunas ciudades, la mayoría, han optado por regular el tema de los veladores que en muchos casos colonizaban calles enteras mientras que otras como el caso de León apuestan por todo lo contrario: blindar terrazas aunque sea a costa de reducir espacios de aparcamiento o para la circulación de vehículos y personas. 

León es si no la ciudad española con mayor número de bares por habitante, sí una de las capitales de provincia con más establecimientos hosteleros en proporción a su población. Un hecho que hace famosas en cualquier parte sus tapas, sus zonas de vinos y que sea un destino favorito para muchos turistas sobre todo para pequeñas escapadas de fines de semana. 

Sin duda, es una oportunidad económica para una ciudad que ya no sabe vivir de otra cosa que no sea el sector terciario pero que a veces genera graves problemas de convivencia con los vecinos que a diario tienen que vivir ahí. O si no que se lo pregunten a los que tienen como vecinos de escalera cada fin de semana gente distinta porque tienen un piso turístico al lado.

En aquel momento de cierre forzoso de los locales hace cuatro años era justo facilitar a los establecimientos alternativas de negocio, aparte de que muchos clientes preferían sentarse en la calle al aire libre a realizar sus consumiciones en vez de entrar al local. Ahí surgieron terrazas de lo más insólito en lugares casi imposibles y también espacios que parecían puntos limpios por la acumulación de palés medio rotos, plásticos antihierbas de los que se usan en la agricultura y telares de toda clase.

Las terrazas que están bien, bien atendidas y limpias siempre están bien y son necesarias. Pero mantener algunos de esos basureros en la actualidad que no son más que la muestra de la dejadez y un motivo para ocupar dos, tres o cinco plazas de aparcamiento con enseres diversos y poca clientela no tiene sentido. 

 

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