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Terror vs. diplomacia

14/10/2023
 Actualizado a 14/10/2023
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Por mucho que nos empeñemos en mirar hacia otro lado, la estabilidad del mundo pende de unos hilos tan finos que, cada cierto tiempo, se rompen por el desgaste provocado por el peso que sustentan o son cortados de cuajo por un cuchillo movido por el odio. Cuando todavía nos estábamos recuperando de los estragos de la pandemia, llegó la invasión de Rusia a Ucrania y ahora, con esa guerra todavía librándose, salta por los aires la situación en Oriente Medio.

La cacería humana perpetrada por Hamás es un claro ejemplo de las consecuencias fatales que conllevan el odio y la ignorancia. Odio hacia otro pueblo e ignorancia por dejarse engañar por unas supuestas creencias religiosas que premian el asesinato. Se pueden hacer muchas lecturas de los posibles motivos que han conducido a Hamás a llevar la barbarie a suelo israelí, pero sólo hay dos evidencias. Nada justifica la vileza de sus actos y el odio hacia el pueblo israelí ha sido su estimulante. 

Si en algo coinciden los analistas es que los testimonios y las imágenes vistas de lo sucedido sólo pueden calificarse como terroríficas. Algunas voces apelan a la diplomacia, pero son conscientes de que ese deseo es imposible, al menos a corto plazo. Algunos ingenuos pensarán que el terror se puede combatir con la diplomacia, pero lamentablemente hay situaciones en que la respuesta al terror sólo puede ser más terror. Es duro reconocer esto, ya que en parte nos deshumaniza, pero es la realidad.

Los crímenes y violaciones perpetradas por Hamás son repugnantes, pero al mismo nivel están las declaraciones de algunos líderes aplaudiendo lo sucedido y las celebraciones que hemos visto en algunos campos de refugiados y en varios países, donde centenares de personas han celebrado la matanza ocurrida en Israel. Igual de asqueroso es que en nuestro país haya gente que defiende que Hamás no es un grupo terrorista y obvian en condenar explícitamente lo sucedido, valiéndose del argumento de que lamentan la muerte de civiles inocentes de ambos bandos. Todo esto sólo demuestra que el mundo está enfermo y sirve de argumento para aquellos que defienden que llegados a un punto de no retorno la diplomacia debe cogerse vacaciones obligadas. 

A las víctimas inocentes israelíes se le unirán las de los civiles palestinos, igual de inocentes que los primeros, y que son también insignificantes para Hamás, ya que al perpetrar su acto terrorista sabían que la respuesta de Israel iba a ser devastadora. Pero eso es precisamente lo que buscan, seguir alimentando el odio mutuo entre los pueblos de Israel y Palestina, haciendo imposible una salida diplomática.
 

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