Andamos en la canalla periodística entre emocionados y descreídos con la última peli de Spielberg. ‘The Post’ –que aquí algún bárbaro tradujo como ‘Los papeles del Pentágono’– es para unos ciencia-ficción (¡la plantilla opina!), y para otros morriña y emoción por un tiempo no tan lejano en que nos parecía que el periodismo era otra cosa. Nunca fue fácil, pero éramos tan jóvenes... Quizá es nostalgia de cuando los teletipos entraban a pedales, de aquellos paseos por la rotativa con el trabajo ya hecho. De cuando aprendimos a maquetar a base de cíceros con el tipómetro, de cuando en las redacciones había más voces y más ganas, y más humo y alcohol que pitidos de móvil. De cuando empezábamos en esto y creíamos que podíamos cambiar el mundo...
Y en el fondo, habrá cambiado el modelo pero seguimos en las mismas. Las presiones del poder, el esfuerzo por conseguir un tema potente, las horas en los bares con las fuentes, las llamadas arriba para que no se publique lo que tanto costó conseguir... Y la tarta publicitaria de por medio, esos donativos institucionales –dinerito público– que a menudo capan toda posibilidad de publicar si la cosa les escuece demasiado.
Puede que nunca en la historia haya sido tan importante el periodismo de calidad. La profesión languidece a golpe de contratos mínimos, pero sigue habiendo soñadores empeñados en que la única forma de defender el derecho a publicar es publicando, siempre con la verdad por delante: prensa «para servir a los gobernados, no a los gobernantes». Lo cuentan bonito en la peli.
‘The Post’: Periodismo y nostalgia
02/02/2018
Actualizado a
19/09/2019
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