10/09/2024
 Actualizado a 10/09/2024
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La palabra dictadura nos lleva inevitablemente al Imperio Romano. Era una forma de gobernar en situaciones difíciles, poniendo todo el poder en manos de una persona, aunque con bastantes limitaciones en cuanto a la permanencia. En realidad muchas monarquías absolutas han sido auténticas dictaduras, más o menos suaves o crueles según la calidad moral del monarca.

En España cabe destacar dos dictaduras no muy distantes en el tiempo, la de Primo de Rivera y la de Franco. En cuanto a la primera cabe decir que fue un estado de excepción ante la situación caótica en que se encontraba España y en general nadie habla mal de ella. Económicamente se distinguió por ser una época en la que se hicieron grandes obras públicas, No fue una dictadura vitalicia y dio paso a otra etapa, presuntamente democrática, a la II República, que despertó mucha ilusión en el pueblo. Pero pronto se desvanecieron las esperanzas y la situación se hacía insostenible. Entre otras barbaridades se desencadenó una cruel persecución religiosa con más de seis mil sacerdotes asesinados y veinte mil iglesias y conventos quemados… Se veía venir una reacción para hacer frente a este desmadre. Y desembocó en una guerra civil, en tiempos llamada de liberación, por eso de que España se liberó de la tiranía comunista. 

Lo que pasó después tiene aspectos negativos y positivos. Económicamente se produjo el milagro español. Políticamente era otra dictadura, pero de haber perdido la guerra quienes la ganaron, también hubiera habido una dictadura mucho peor: la dictadura del proletariado. Afortunadamente, Franco dejó todo preparado para que con su sucesor, ahora desterrado, volviera la democracia. Tras una transición ejemplar, España ha vivido sus mejores momentos de paz y prosperidad. Esta transición es imposible en Cuba o en Venezuela, donde gobiernan los amigos de nuestros dirigentes actuales, empeñados en retroceder a los peores tiempos y en seguir el ejemplo de los peores dictadores del momento.

Escribo estas líneas en un día muy triste y desolador. El ganador de las elecciones en Venezuela ha sido expulsado del país. ¿Debería haber quedado allí y sufrir el martirio? ¿Cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI se pueda sostener una dictadura tan cruel? Y, para colmo de cinismo e hipocresía, pretenden quedar como buenos quienes han acogido en España al ganador de las elecciones, haciendo un favor al dictador Maduro, en lugar de enfrentarse con él. ¿No va a reaccionar el mundo?

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