Esta es una tierra dura», ha repetido en varias ocasiones esta semana Luis Tudanca para dar explicaciones del lío que se ha montado en el PSOE de Castilla y León. «Hemos obtenido el segundo mejor resultado del PSOE después de Cataluña en esta tierra tan dura», repite como un loro su lugarteniente. De no ser porque resulta obvio que nunca lo han hecho, parecería que estuvieran cavando una zanja. Cabría recordarles a los socialistas que tanto acusan la dureza del terreno que en la ciudad de Zamora, donde la tierra resulta igual de dura o más que en resto de la comunidad, va a completar doce años como alcalde ¡por Izquierda Unida! un tipo que antes era conserje, con una poción mágica que le hace invencible: se pasa por el forro a los poderes fácticos de la ciudad, trata a todo el mundo por igual, no va a misas ni a procesiones, cumple lo que dice y es tan escrupuloso como transparente en su gestión. En la Junta, en cambio, lleva cuarenta años gobernando el PP y, ante la evidencia de los resultados de su «modelo de éxito», a nadie le pueden caber dudas de que no es precisamente por sus aciertos o por la dureza de esta tierra, sino por la torpeza de los socialistas.
Resulta difícil creer que Luis Tudanca sepa si esta tierra es dura o blanda: vive en Pamplona y, cuando le quieren hacer fotos para las entrevistas en la que se vende como el mártir que quiere dar voz a la militancia, tienen que ir a hacérselas hasta Valencia. Presume de ser el único socialista que ha ganado unas elecciones (2019) «en esta tierra tan dura», lo que supongo que le concederá el privilegio de poder hablar «de ganador a ganador», entre otros, con Feijóo. Se le olvida que ha perdido todas las demás a las que se ha presentado (en realidad también aquéllas: cantaban los Mártires del Compás que «las matemáticas no aman, pero tampoco fallan») y se le olvida, también, que la última noche electoral empezó a amortajarse (políticamente hablando, claro) anunciando su dimisión y al día siguiente, presionado por esas bocas que ahora tiene que alimentar, dijo que se había precipitado. Ahora se debe de sentir con fuerzas para seguir cavando, porque se quiere quedar otros cuatro años y ya luego, cuando complete nada más y nada menos que quince en el cargo, se lo volvería a pensar. Para eso preparó unas primarias que pillasen a contrapié a sus rivales, pero desde Ferraz le dijeron que no fuera tan listín. «Si ya lo había hecho una vez...», argumentó. «Pues por eso mismo», le respondieron.
Pese a su evidente torpeza (enumerar ejemplos llenaría esta página), hay que reconocer también indiscutibles aciertos a Luis Tudanca. Por ejemplo, su valentía para denunciar a la mafia mediática de Castilla yLeón. Por ejemplo, que fue el único en apoyar a Pedro Sánchez cuando quemaba rueda por toda España con su famoso Peugeot. Pero hasta sus aciertos los ha terminado por convertir en errores, y de eso no puede tener la culpa que tierra esté dura o blanda. Respecto a lo primero, ha tratado a todos los medios como si pertenecieran a esa «cosa nostra» y, en cambio, se ha dedicado a recorrer platós donde la estrella nunca es el entrevistado, sino el entrevistador. Eso te convierte en carne de meme y, como consecuencia, ahora desde Madrid le apoyan para atacar a Sánchez y desde Valladolid le atacan para apoyar a Mañueco, lo que en cierto modo viene a demostrar su teoría. Respecto a lo segundo, estropeó su acierto (demostrando así que sería casualidad) cometiendo ese error tan repetido en este país que es dar a Pedro Sánchez por muerto antes de tiempo. Junto a otros iluminados dirigentes autonómicos, pidió empezar con el reparto de la herencia. Pero un día se apareció lleno de vida y contento... y el lío que se formó eso sí que es puro cuento. El PSOE es un partido tan raro que en ese momento en Ferraz debió de sonar algo así como «llamad a Luca Brasi» y el que apareció fue Javier Alfonso Cendón, que con el suave estilo heredado de su maestro no recuerda precisamente a aquel asesino de ‘El Padrino’, pero como su maestro cuenta con ya con un admirable rastro de cadáveres (políticamente hablando, claro).
Empezaron entonces los movimientos. Virginia Barcones, hasta entonces delegada del Gobierno y ungida por Tudanca como su sucesora, fue apartada del cargo y castigada como se castiga en los grandes partidos: patada para arriba, tanto que hoy es directora general de Protección Civil. Tudanca enfureció y la ira le llevó a cometer su más grave error: vengarse de tal afrenta castigando a Nuria Rubio, la dos de León. Pareció más bien una rabieta de adolescente que despejó las dudas de que la decisión venía instigada por el contaminado entorno de Tudanca, que ha tenido en estar tan mal rodeado su pecado y su penitencia. Baste recordar que su lugarteniente Ana Sánchez llevó la chabacanería a Las Cortes antes de que llegara Vox y, cuando llegó, lo primero que hizo para dar la bienvenida a la extrema derecha fue pactar con ellos una subida de sueldos. Lo cierto es que en ese momento el partido estalló en una voladura poco controlada que, como pasa siempre en la ciclotimia socialista, terminó otra vez por hacer amigos a los que eran enemigos y viceversa, hasta el punto de que casi hay que pedirles a todos ellos un parte diario de amores y odios (políticamente hablando, claro) para saber de dónde vienen los tiros (políticamente hablando, claro).
Desde León, como casi siempre, se ven las cosas muy distintas. Resulta que esta provincia aporta la mitad de los militantes del PSOE de Castilla y León, pero nunca ha hecho valer ese peso más que para pedir el segundo puesto, lo que se agrava al sumarse el hecho de que los socialistas, cuando arrancan aquí las campañas electorales para las autonómicas, suelen salir a perder, será «porque esta es una tierra muy dura» o será porque en la oposición se vive muy bien. Resulta también que la agrupación de León capital aporta la mitad de los militantes de la provincia, pero solo lo usa para atacar al líder provincial. En clara muestra de lo que a todos ellos les importa Castilla y León, en esta carrera sucesoria los socialistas leoneses se dividen entre los que apuestan para la candidatura a la Junta por un soriano (el actual alcalde) o por una vallisoletana (la ministra Ana Redondo) y los que apuestan por una soriana (la citada ex delegada, que es a quien pondría Tudanca). Mientras, todos ellos manosean sin escrúpulos el leonesismo para intentar captar apoyos de cara a sus batallas, así que difícilmente podrán convencer a nadie de que apueste por ellos a la hora de votar en esta comunidad autónoma si resulta evidente que lo único que les importa de ella son los puestos de segunda fila, los más jugosos en cuanto a sueldo, los menos cansados en cuanto a ocupaciones.
Como a mí, a la inmensa mayoría de los leoneses esta versión socialista de ‘Juego de Tronos’ les produce una mezcla de indiferencia y repugnancia, porque se trata solo de una cuestión de nombres, sin proyecto alguno (como para pedir ideología), y se les ve a todos ellos muy interesados en repartirse los cargos pero muy poco, por poner solo un ejemplo, en que el tren de Feve llegue a donde dijeron que iba a llegar (algunos, en su hipocresía, aún lo siguen diciendo), que es el mismo sitio a donde antes llegaba. Sí, la verd ad es que, entre unas cosas y otras, tiene pinta de que por aquí la tierra va a seguir estando muy dura al menos durante otros cuarenta años... y no sólo políticamente hablando.