juan-pablo-garcia-valades-3.jpg

Todo para el pueblo, pero sin el pueblo

13/09/2024
 Actualizado a 13/09/2024
Guardar

En el siglo XVIII surgió en Europa el concepto político de «despotismo ilustrado». Un sistema de gobierno y pensamiento al que se acogieron las últimas monarquías absolutistas europeas, que combinaba el absolutismo clásico, con nuevas filosofías recogidas de la Ilustración, que pretendía poner la razón como base del pensamiento.

Este «despotismo ilustrado» asumía una serie de cambios que emanaban desde las élites de arriba hacia la masa analfabeta de abajo, con una forma de pensar paternalista, con la que esas élites determinaban qué era lo mejor para los ciudadanos, pero sin contar con ellos, lo que dio origen a la frase ilustrativa de ese movimiento político y social: «todo para el pueblo, pero sin el pueblo».

Esta frase lo que significa es que los monarcas absolutistas intentaban aplicar un barniz ilustrado a sus gobiernos con medidas enfocadas a mejorar la vida del «pueblo» pero sin la participación, opinión ni concurrencia de ese mismo «pueblo», mostrando una total incapacidad para resolver las tensiones sociales en la Europa del momento.

Los principales representantes del «despotismo ilustrado» fueron Federico II de Prusia, José II del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos III de España y Catalina La Grande de Rusia y mira tú por dónde, la política actual nos ha querido «agraciar» con un nuevo representante español del «despotismo ilustrado», un nuevo «rey» que pretende hacer de su capa un sayo en la política española, me refiero a Pedro Sánchez, Pedro I de España, II de Castilla y VI de Aragón.

Pedro I, la semana pasada, consciente de la debilidad de su Gobierno y en lugar de mostrar humildad parlamentaria y democrática, espetó a los asistentes a una reunión en Ferraz que él, Pedro I, tiene una hoja de ruta para aplicar en España y que la seguirá, le pese a quien le pese, aunque para ello tenga que pasar por encima del poder legislativo, que no olvidemos está compuesto por los representantes de todos los ciudadanos elegidos democráticamente en las urnas. 

Esto que dijo Pedro I de España el sábado pasado, es lo que viene a ser el «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Una especie de «despotismo ilustrado» del siglo XXI, más despótico y autócrata que ilustrado y con el que parece que muchos ciudadanos se sienten a gusto, más preocupados por el precio del aceite de oliva o del precio del café en el bar frente a su trabajo, sin darse cuenta de que todo crecimiento del Estado va contra el individuo o, como decía Rousseau, uno de los principales representantes de la Ilustración, en su ‘Contrato Social’: «Cuanto más crece el Estado, más disminuye la libertad».

Los factores determinantes del final de este despotismo fueron la Revolución Francesa con sus principios de igualdad, libertad y soberanía popular y la aparición de movimientos liberales que luchaban contra la desigualdad social de un sistema insaciable; y el final de Pedro I de España, tendrá que venir necesariamente por una sociedad liberal y despierta que diga basta.

 

Lo más leído