03MAX201310242741

Las torres se derrumban

10/07/2024
 Actualizado a 10/07/2024
Guardar

Este pasado lunes, escuchábamos de madrugada, consternado, cómo la torre de la iglesia parroquial de la localidad de Villaturiel, tan próxima a la capital, se había derrumbado el domingo al mediodía.

Y enseguida nos surgía una pregunta. ¿Cómo es posible tanta dejadez y tanta incuria, de las autoridades de todo tipo, que han de velar por el mantenimiento del patrimonio de la provincia?

No es la primera vez que en León se caen torres de iglesias rurales. No hace tantos años, le ocurría lo mismo a la torre de aire mudéjar de la iglesia parroquial de Bercianos del Real Camino. Y, tras aquella pérdida, hoy vemos, cercana a la autovía, a las afueras de la localidad y con tristísima armadura metálica, de la que se ve su esqueleto, el fantasma de esa hipotética torre de sustitución, que no ha llegado a serlo, y que, ay, es un testigo del pecado de la dejadez y del abandono.

Nos llama la atención cómo autoridades políticas, partidos y no pocos adláteres se pasan el día en ese estéril debate leonesista, de autonomías uniprovinciales (porque otras provincias no quieren sumarse, no se equivoquen los interesados), cuando se descuidan políticas eficaces de mantenimiento y conservación del verdadero patrimonio leonés.

Porque, desde que vivimos en León, hemos ido advirtiendo cómo la capital vive de espaldas a la provincia, a las áreas rurales. Y cómo se está mareando todo el día la perdiz del leonesismo, para correr una cortina de humo y tapar los verdaderos problemas que León, como todas las provincias de la España olvidada, tiene: envejecimiento y pérdida de la población, marcha de la juventud cualificada profesionalmente y atonía generalizada que no hace más que crecer.
Una verdadera lástima que Villaturiel pierda, por derrumbe, abandono e incuria, la torre de su iglesia parroquial. Y tal derrumbe, mirándolo bien, no es más que un símbolo de otros derrumbes que acabamos de dejar apuntados.
Cuántas torres se derrumban. Y nuestros gobernantes y hombres públicos mirando para otro lado. Deshojando una anémica margarita del León sí, León no.

Tras la caída –hecho de por sí tan grave–, no valen los paños calientes de que al día siguiente había previstos trabajos de apuntalamiento de la torre para que no se cayera. Los paños calientes que de continuo se esgrimen, para justificar la falta de soluciones a todos los problemas, no valen.

Villaturiel, tan cerca geográficamente de la capital leonesa, de León (pero, ay, tan lejos), ha visto caer su torre.

Y vendrán otras. Porque, como el refrán indica, «Torres más altas han caído». Y aquí están cayendo, ante la indiferencia de todos, algunas muy altas, como son las de la pérdida y envejecimiento del factor humano, sin el cual no hay tierra que se precie.

Dejemos los paños calientes, los apuntalamientos de las ruinas.

Es necesaria una acción pública y ciudadana que sostenga y mantenga el patrimonio, rural y urbano, y que, sobre todo, se realicen políticas para fijar población, para que la gente se quede en su tierra y disponga de medios dignos de vida.

Los paños calientes no valen. El juego del deshojar la margarita, tampoco.

Lo más leído