Tras la lluvia sale el arco iris

Transcurría la tarde del 28 de junio, unidos bajo una misma bandera, recorriendo las calles de un León vacío, ‘encabezando la lista negra de despoblación’, jóvenes coreaban cánticos para defender la diversidad afectivosexual y de género, quiso la lluvia acompañarnos en el transcurso de la manifestación, nos refugiamos en los soportales del Ayuntamiento, esperando ver cesar la lluvia, mientras algunos se atrevieron a festejar entre besos y abrazos sin miedo a empaparse al grito «¿dónde está nuestra bandera? Después de la lluvia siempre sale el arco iris, para continuar la marcha hasta llegar a la verdadera Casa del Pueblo, asomados al balcón se izó la bandera y las puertas se abrieron a la comunidad LGBTI, sin que prevalezca discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra condición personal o social como recoge la Declaración de Derechos Humanos.

Nadie debe ser agredido por besarse con su pareja en público, debiendo erradicar la LGTBfobia como el caso de Villablino cuando dos chicos se mimaron, un alguien molesto exclamó «delante de mí eso no lo hagas» le agredió acabando en el hospital, o como en el barrio de Malasaña que le propinaron varios puñetazos a una chica transexual con el bramido de «maricón, vete del barrio» y por desgracia un largo etcétera de casos y casos.

La sociedad debe avanzar, para qué cuando alguien decida ‘salir del armario’, no conlleve represalias ni en la calle, ni en la familia ni en su puesto de trabajo, que no sea el centro de burlas, vejaciones y acoso. El respeto debe ser la apuesta definitiva para vivir en libertad, apostar por el compromiso y así poder erradicar cualquier tipo de discriminación, caminar juntes hacia la igualdad de todas las personas, al igual que el Vaticano empieza a tener gestos con el colectivo LGTB que según los creyentes parece ser «que Dios los hizo así», y ya puestos, exigimos al Gobierno de la Junta que cumpla el compromiso de impulsar la aprobación de la Ley de Igualdad y Diversidad.