Pedro Santa Brígida

El tren de La Robla

25/03/2024
 Actualizado a 25/03/2024
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Charlaba con gente de Vizcaya en una fiesta de cumpleaños y salió a colación el origen de los presentes en tal celebración. Con cierta sorpresa por mi parte, resulta que algunos de ellos tenían orígenes familiares en la provincia de León. Entre bocados, tragos y algún cántico al respecto, de repente, el tema de conversación era el tren de La Robla, que así lo denominan ellos todavía. Me acordé de que así era como yo lo conocía de niño, también como el tren minero, aunque después he escuchado más durante décadas la expresión ‘el tren de la Feve’.

En una ocasión, a finales de los años sesenta, viajé hasta Bilbao con mis padres. Asientos de madera, traqueteo incesante y unas siete horas de viaje. Toda una aventura en medio de un paisaje que aún recuerdo. Algunos años después, junto a mi grupo de amigos, cogía el domingo el tren en la estación de Matallana para pasar el día en San Feliz, La Vecilla o cualquier otra parada no muy lejana a León. Toalla y bocata en mano, éramos capaces de bañarnos en las frías aguas de los ríos Curueño y Torío.

Ya en el presente siglo escuché atónito el denominado proyecto del Tren-Tram, aquella iniciativa de combinar el tren de vía estrecha hasta León y, después, convertirlo en tranvía circular por la ciudad. La sorprendente e improvisada idea terminó en estrepitoso fracaso, hasta tal punto que llevamos casi tres lustros sin la parada del viejo tren minero en León. Ello ha traído consigo la práctica desaparición de los usuarios. Los contados que utilizan este transporte hasta la ciudad tienen que hacer los últimos kilómetros en autobús. Brillante.

Le conté la peripecia del Tren-Tram a la citada gente de Vizcaya y, lógicamente, no daban crédito. ¿Cómo lo permitís?, ¿qué han hecho los políticos para resolver el tema?, me decían. Ni lo pude ni lo quise explicar. Para qué. Creo que los leoneses sabemos lo que nos sucede con este, como con otros tantos asuntos.

 

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