06/10/2024
 Actualizado a 06/10/2024
Guardar

Cercando a turistas descarriados y paisanos ociosos, estos días se afanan en plantar tenderetes, jaimas y tabernáculos para una nueva feria, bazar o mercadillo que se califica, a saber por qué, de las tres culturas. Las tres culturas. Suena fenomenal, como suenan las fábulas biempensantes que se asientan en convivencias basadas en el predominio, como le suena a uno mismo el relato de su vida que ha construido para que los demás le escuchen. Aunque, oh, casualidad, por supuesto lo de las tres culturas suena también hoy a Oriente próximo, donde ‘conviven’ (más) desde hace siglos como lo hicieron aquí entonces. A hostia limpia, que diría un cuñado judío, cristiano o musulmán.

Y con las mismas excusas. Que nosotros estábamos primero ¿Quién acreditaría haber sido el primer habitante, en qué creía, qué título le daba esta o aquella propiedad? Es una primacía estúpida, una preponderancia sinsentido y, sin embargo… Aquí, por ejemplo, en este solar: aquellos creían quién sabe en qué, luego fueron paganos, después los visigodos no eran, por supuesto, católicos, sino arrianos, Yahvé ya debía rondar por aquí, luego apareció Alá, casi el mismo dios, casi el mismo libro, casi las mismas costumbres y, sin embargo… La presumida convivencia fue tan solo vecindad las más de las veces, un odio soterrado y feroz prendía cada cierto tiempo, una inquina cotidiana alentada por quienes querían lo de otros, por quienes regían y querían más. Y así guerras, matanzas, opresión, persecución, expulsiones, el catálogo de la crueldad y el desprecio. Por los siglos de los siglos. Amén. En resumen, que nosotros estábamos antes, que nosotros más, que la tierra es nuestra y lo es en nombre de un dios, el verdadero, el único, el nuestro.

Ahora, en 2024, las mismas mentiras y la misma codicia. En cada telediario, otra vez, como cuando éramos niños y no entendíamos nada. La misma matonería de patio de colegio o de prisión, tú me das y yo te la devuelvo más fuerte, como sigas o si te revuelves te atizo. Como cuando fueron niños en otros siglos de los siglos. Amén. Todos los ríos van a dar a la mar, que es el poder.

La historia no enseña nada a nadie, no sirve como libro de instrucciones, no vale para justificar ni para alentar. El pueblo judío, masacrado y humillado durante siglos, protagonista de la gran hecatombe, es ahora regido por un gobierno verdugo. El Islam se descuartiza en facciones y grupos armados no menos asesinos. El tercero de la lista mira a otro lado y hace negocio. Como mucho lo mejor que se puede hacer con la historia es abstenerse de usarla como arma arrojadiza o cúpula de acero. Y tal vez montar unos puestos de venta ambulante y disfrazarse de colores para imaginar una época inexistente en que comemos falafel y bebemos cerveza tostada mientras se oyen a lo lejos una cítara y un shofar.

Lo más leído