Cerrado por… lo que sea

Javier Cuesta
07/02/2025
 Actualizado a 07/02/2025

Hace apenas un par de semanas, David Rubio escribía aquí de locales vacíos en la conocida como avenida de Madrid. Y resulta que uno tenía guardado desde hace meses un texto que se refería a esa misma calle y abundaba en esa línea. Curiosamente.

León se vende, o se alquila, o bien se traspasa. Cualquiera de esos lemas podría ser el triste logo oficial de León. Valga un ejemplo. Si le cuentas hace media docena de años a cualquier vecino de la ciudad que en la calle Alcalde M. Castaño iban a estar cerrados ciertos locales históricos, no lo hubiera creído. Por citar cuatro bares emblemáticos: desde el Río y el Orlys, cerca de San Francisco, hasta la Somoza casi en Fernández Ladreda, pasando por el bar la Puentecilla en la plaza de Santa Ana. Y sin embargo así están las cosas y así de rápido va la historia. Deprisa y mal, como vemos.

Es la segunda vez que –para mí desazón– me entretengo en patear las dos orillas de esa calle tan conocida y comercial, haciendo recuento de los negocios con carteles de Se vende o Se alquila. Hay cerrados más de treinta establecimientos que antes estuvieron abiertos y en funcionamiento, eso sin contabilizar locales en bruto, todavía no acondicionados, que ni siquiera han tenido su primera oportunidad comercial. Un panorama desolador, reflejo de la ciudad y de la provincia.

Estos son datos fríos, incuestionables. Ahora la reflexión personal, ésta sí discutible. Sin duda no habrá solo un motivo sino una conjunción de causas para el desastre. Me atrevo a especular con algunas. Es evidente que las grandes superficies se lo han llevado todo por delante, pero hay algo más que eso. Para empezar, es característica muy nuestra la falta de iniciativa empresarial y comercial, que se une ahora a la cultura de la subvención. La ayuda y el subsidio, en lugar de aquella dinámica del esfuerzo y el riesgo y la perseverancia. Sin esa idea del trabajo y de un mínimo sacrificio asociado a él, no puede prosperar ningún relevo generacional. Ese país, y esta provincia en especial, sólo funciona con ayudas e incentivos: las empresas que se instalan lo hacen con la morterada de Gobierno, Junta o Diputación, y tantas veces hemos visto cómo echan a andar, gastan ese crédito y luego adiós. Pero es que hasta los pequeños ayuntamientos no funcionan ya si no es con subvenciones de Junta o Diputación, y a su vez las asociaciones que operan dentro de un municipio no tienen actividad si no es con subvención del propio ayuntamiento. La cadena es mayormente así. 

Y si esa es la pauta de las administraciones, como para esperar algún dinamismo de los particulares… Después habrá otras trabas para la inactividad y el letargo. Seguro que no anima nada la usura de los arrendadores de inmuebles ni tampoco la temible burocracia, que si venga papeles, que instalación nueva de todo el negocio… Sea como sea, lo sustancial es que nadie quiere madrugar pudiendo esperar sentado el ingreso fácil del Iprem o del Ingreso mínimo vital. Ya veremos hasta cuándo soporta el sistema esa endiablada cobertura, pero hasta entonces poco vamos a producir. Me temo.

Lo más leído