Concienciación parcelaria

Javier Alonso Ponga
02/11/2024
 Actualizado a 02/11/2024

El título no es un error de imprenta responde a la necesidad de concienciarnos sobre la conservación del medio rural. Actualmente Técnicos de la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León están coordinando y desarrollando en su fase final el proyecto de concentración parcelaria de la comarca de los Oteros que es la mayor concentración parcelaria que se ha abordado hasta ahora en la Comunidad de Castilla y León. Incluye 13 municipios de León y uno de Valladolid con casi 34.000 hectáreas distribuidas en 22.700 parcelas de secano, y afecta a unos 3.800 propietarios. El proyecto realmente es de envergadura pero muy fructífero para la comarca y una oportunidad para hacer un desarrollo integral y sostenible de todo el secano del sur de León. Admitiendo la complejidad de una concentración de estas características se puede apreciar errores que denota que el trazado de parcelas y caminos se ha hecho en algunos casos sin pisar el terreno valiéndose solo de fotos aéreas. Se está a tiempo de solucionarlos. 

La concentración de fincas, la red de caminos rurales que se ha establecido, comunicando entre sí todos los municipios, hacen que la maquinaria agrícola tenga que recorre muchos menos kilómetros para realizar las labores culturales lo que redunda en beneficio del propio agricultor y del medio ambiente.

Esta concentración parcelaria ha recuperado, para la comunidad en general, lagunas que se drenaron en la concentración anterior realizada hace más de 60 años. Ahora habrá que colmatar los desagües que se hicieron para que vuelva a haber agua en las lagunas, se vaya regenerando el ecosistema y vuelvan a crecer los juncos, las espadañas, a anidar los patos, etc. Siempre y cuando no haya algún desaprensivo que le prende fuego a la laguna para poder añadir algún metro más a su parcela o porque cree que la fauna que allí habita influye negativamente en su cosecha. En un secano desolado, como es el del sur de la provincia de León, donde ya no hay pájaros que canten al viento, donde el croar de las ranas ya no rompe el silencio de las apacibles noches estivales recuperar y mantener las fuentes que brotan espontáneamente, principalmente en los valles, es de obligado cumplimiento. 

Los valles son una fuente de diversidad floral y faunística aclimatada ya al ambiente que, en muchos casos, se van estrechando a medida que se aumentan las parcelas colindantes, se utilizan como acceso a las parcelas o como lugar de maniobra. Mención aparte merecen los caminos. El que se haya hecho una circunvalación en todos los pueblos para evitar el paso de la maquinaria agrícola por el casco urbano es una buena noticia. 

Cuando todavía no está finalizada la concentración, da pena pasar y pasear por los caminos recién cimentados y ver como algunos agricultores han tapado las cunetas para entrar a labrar las fincas e incluso ya ha desparecido la cuneta del camino. Los ayuntamientos, responsables del mantenimiento de los caminos, tienen que tener unas ordenanzas públicas, que regulen y obliguen a realizar la entrada a las parcelas, y quien no lo haga o are las cunetas que se le aplique severa amonestación y multa disuasoria, porque estos agricultores suelen responder mejor a la firmeza que a la amabilidad. Hay ayuntamientos que han ejercido su labor y han colaborado para que las parcelas tenga su entrada, otros en cambio no han hecho públicas las ordenanzas, quizá les haya pillado desprevenidos, pues sólo llevamos 5 años con la concentración. 

Si paseas por el campo y conoces a los agricultores de la zona puedes saber quien cultiva cada parcela por el respeto que tienen a las cunetas y a los terrenos comunales. A los depredadores de lo público conviene recordarles lo que siempre oí a los mayores, que al final con dos metros cuadrados tenemos todos. Desde la incineración ya ni eso se necesita.

Claro que a lo mejor, la culpa es de los ingenieros de concentración que se empeñan en hacer amplios caminos por el medio del campo. Con la ansia que tienen algunos de tierra. 

 

Lo más leído