Soy neurótico, ¿y qué?

Iván Martins
19/01/2025
 Actualizado a 19/01/2025

«Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza». Así comienza el libro de Rosa Montero ‘El peligro de estar cuerda’, el cual me recomendó mi psiquiatra. Mi peor crisis neurótica de ansiedad y depresión fue durante el final del verano e inicio del otoño de 2020, y el destino (y mi madre con su insistencia) hizo que diera con Jesús de la Gándara. Como una vez comentamos: «La primera vez me ‘recogió’ del abismo, y la segunda (en una posterior recaída en 2022) no caí al mismo». Aunque es un camino con fluctuaciones y recaídas menos intensas pero que siguen suponiendo un reto diario.

Nunca se me olvidarán sus primeras palabras de diagnóstico: «Ya sé lo que te pasa, pero no sé qué es lo que quieres» (medicación, psicoterapia…). Esa seguridad y rotundidad supusieron un alivio enorme, después de muchas visitas a diferentes especialistas que nunca concretaron: pues eres neurótico o tienes TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada). Era la primera vez (con 31 años) que esas palabras bien medidas y prudentes me dejaban descolocado para bien (pasé del cierto horror a un clic de cierta paz), ya que hasta el momento y en otras ocasiones al acabar me quedaba con sensación agridulce de no sentir que me estuvieran comprendiendo o atinando en los diagnósticos. Todos tenemos una parte genética que se hereda, y por ello continuó preguntando en aquella consulta si era más de Martins o de Rodríguez… Concluyó que lo biológico se suma al factor ‘ambiente’ (aspectos externos de vivir en sociedad con sus correspondientes alteraciones de nuestra biología). 

Una primera conclusión fue que una persona con un triple ‘caldo’ de no hetero-normatividad, alta sensibilidad y neuroticismo debe cuidarse más si cabe tanto interiormente como del entorno. El neuroticismo no es una enfermedad ni trastorno sino un rasgo de la personalidad, pero su desconocimiento o ‘descontrol’ puede derivar en ansiedad (física y mental), angustia, depresión, ira, soledad, evitación de situaciones y personas (perdón a familia y amistades si a veces no he estado ahí), etc. A pesar de ir mejorando, “las voces siempre están ahí”, se debe convivir con el rumio, bucle o duda agotadora, martilleante e insoportable en ocasiones. Quizá, como decía Bertrand Russell: «El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas». El reto es ser neurótico, pero no estarlo, o aun estándolo, no sufrir.
En este tiempo varias han sido las enseñanzas y los aprendizajes transmitidos por Jesús, en especial, además del estoicismo y el término ‘intelegancia’, sus trilemas (destacando el de nunca dejar de mover lengua, manos y pies). Él, siempre opuesto al estigma y vergüenza que ha supuesto y supone el ámbito psiquiátrico (decir que vas al…), la medicación y la farmacología, etc., es por ello, antes impensable, escribo este artículo agradeciéndole por ponerle nombre y características al diagnóstico, por aliviar con medicación, pero sobre todo con conocimiento (científico) y conversación, y, en definitiva, por estar ahí siempre dispuesto a ayudar (consultas, artículos, libros, vídeos, podcasts…). Todos deberíamos tener o haber tenido un psiquiatra como Jesús de la Gándara, que para mí es ya como un amigo y una persona muy importante.

Volviendo al libro de Rosa Montero y la puesta en valor del diferente («Que no estamos locos, que sabemos lo que queremos»), al igual que ella, de todo ese universo de rasgos y problemas mentales que existen, me ha tocado una parte suficiente para conocer ese abismo y formar parte de esa ‘familia’ de los nerviosos y neuróticos. No hay artículo más íntimo, difícil y personal del que escribe, pero era justo y necesario. Como esa canción de Ilegales «Mi amigo Omar es homosexual», ¿y qué?, pues también es neurótico, ¿y qué?

Iván Martins Rodríguez es historiador y profesor de Geografía e Historia en IES Guardo 
 

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