Ya se asoma febrero, y con él, un soplo nuevo de vida.
Un trasplante que espera,
como el sol que regresa
tras un invierno largo.
Manu, campeón valiente,
maestro en cada paso,
tu lucha nos enseña
a vivir sin miedo al abismo,
a saltar al vacío con fe
y a sonreír aunque el viento sople fuerte.
Hay un ángel vestido de negro,
un artista que dibuja esperanzas y sueños,
que nos cuida desde algún rincón del cielo.
Dice que todo saldrá bien,
que los trazos aún tienen historias que contarte,
y que el papel está listo
para llenar de colores nuevos caminos,
los tuyos, los nuestros.
Prepárate, Manu,
porque este febrero trae esperanza.
El milagro está cerca,
y tu luz es un faro
que nos guía a todos,
un recordatorio de que, incluso en las noches más largas,
siempre vuelve el amanecer.