Imagen Juan María García Campal

Tristes memorias… ¡Recientes!

12/03/2025
 Actualizado a 12/03/2025
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Pésimo día este martes para escribir el semanal artículo. Debería haberlo tenido presente, estos días previos, al cavilar sobre qué hacerlo. Pues, desde que a su primera hora me fijé en el negro recuadro almanaquero, sintió mi mente la laceración de la incomprensión, mi corazón la garra de la rabia, ambas el rabioso muerdo de la impuesta muerte. Fueron, son, muchos, demasiados, ciento noventa y tres muertos a cualquier hora del día, de cualquier día. Eclipsan cualquier luz, borran cualquier ilusión, barren cualquier esperanza. Espantan, aterran, instalan a uno en la mayor orfandad… Y no sería ético y sí inmoral el olvido.

Sí, han pasado muchos años, sí. Sin embargo, aún me recuerdo, como quizás también usted, oyendo las primeras noticias, escuchando su multiplicación, preocupándome por los familiares y amigos sabidos en Madrid, angustiándome por tanta barbarie. Sí, fue una aciaga mañana. Un infausto día. Y hemos de guardar la bendita memoria de tan maldito recuerdo; el elocuente y silenciado grito. El necesario, preciso grito, de las quebradas miradas, de las rotas mañanas; de los sueños rotos, de las ilusiones abatidas; de los cesados futuros, de las sangres derramadas; de los hierros retorcidos. De tanta muerte multiplicada e innecesaria. Del dolor colectivo. Del clamor de silencios. De la contenida rabia.

Sí, han pasado muchos años, sí, pero tampoco olvido –no puedo ni quiero– la ignominia de aquel gobierno del Partido Popular presidido por el vidente y belicoso José María Aznar (¡estamos trabajando en ello!) mentiroso hasta la saciedad, cínico hasta la crueldad. Y no fue aquella su cruel mentira inaugural. Aún no hacía un año (26/5/2003) de la tragedia del Yak-42 en que murieron sesenta y dos militares españoles cuando regresaban de una misión de paz en Afganistán. ¿Qué otro nombre que ignominiosa crueldad puede tener el hecho de que, un año después del siniestro, se comprobara que casi la mitad de las víctimas fueron mal identificadas por la premura en traer los restos de vuelta a España para el funeral, lo que llevó a que en algunos casos no fueron entregados a las familias correctamente o incluso los restos de diversas personas aparecieron mezclados en un mismo féretro? ¡Ay ese habitual patriotismo que olvida a los compatriotas! ¡Raza! ¡Galgo!

Había cavilado yo otros temas o asuntos para escribirles hoy, pero ya ven, le vienen a uno no memorias históricas, que también, sino vergüenzas ajenas y rabias propias de recientes memorias patrias.

¡Salud!, y buena semana hagamos…, y tengamos.

 

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