Turbulencias

Somos humanos, distamos mucho de la perfección, por eso siempre hay cosas que mejorar. Sin embargo, en los últimos tiempos el malestar y la disconformidad se han disparado. Las continuas movilizaciones de diversos colectivos nos lo indica y los motivos de sus protestas ya no son solo laborales.

Por citar algunos ejemplos, tenemos el caso de los sanitarios. Es obvio que algo falla estrepitosamente cuando hay alrededor de 200 plazas M.I.R. vacantes. La justicia se halla en pie de guerra y aún está reciente la huelga de basuras.

Además, la sequía impulsa a los agricultores y ganaderos a alzar la voz. Y este tema nos atañe a todos. Porque si no cosechan ni producen, quizás reciban algún tipo de ayuda o compensación. Pero la dimensión del problema va más allá: ¿De qué vamos a alimentarnos? Aquí, en León, también decidimos echarnos a la calle.

Los incidentes, cada vez más frecuentes, en la prisión de Villahierro, han provocado que sus funcionarios reclamen medidas para evitar un cataclismo.

Por otra parte, muchos leoneses han mostrado su rechazo a la instalación de plantas eólicas, fotovoltaicas, de biomasa, macro granjas… Consideran que supone un impacto negativo sobre el medio ambiente, la salud o la despoblación. Como si la provincia no estuviese ya suficientemente castigada en estos y otros aspectos. Sumamosla subida de precios, quehace peligrar multitud de negocios. Los hosteleros no encuentran trabajadores dispuestos a amoldarse a sus contratos. La falta de relevo generacional hace que empiecen a escasear determinados profesionales.

Esto puede deberse a que ahora la flexibilidad y el tiempo libre pesan más que un sueldo elevado a la hora de buscar empleo. Con todo este caos, en medio de un bombardeo de promesas electorales de todos los colores, me pregunto si hay algo que funcione como debe y si alguien se siente conforme con lo que hace.

Parece que la libertad de escoger la vida que se quiere es un privilegio reservado a unos pocos. Artículo de lujo.