web-luis-gray.jpg

El turismo no es un gran invento 10 / Hoy: cuentos del turista

01/09/2024
 Actualizado a 01/09/2024
Guardar

1. Muchos años después, frente a las imágenes de Instagram, el turista había de recordar el verano remoto en que sus padres lo llevaron a hacer turismo. Las poblaciones vivían entonces para sí mismas y recibían a los extraños, hospitalarios y asombrados, como seres remotísimos. El mundo era tan reciente que muchos negocios carecían de nombre y para mencionarlos había que señalarlos con el dedo.

2. En el principio fundó la justicia social las vacaciones. Y las vacaciones estaban sin orden y vacías, y la molicie cubría la hondura de ese abismo, y el espíritu de la ociosidad se movía sobre la superficie del verano.

3. En un lugar de la playa, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que veraneaba una familia, de las de coche dominguero, nevera antigua, chiquillos flacos y ungüento protector. Una tartera de algo más de tortilla que empanados, huevos las más de las noches, helado y postre los sábados, chuchería los viernes, algún licor café de añadidura los domingos, consumían las tres partes de sus ahorros. 

4. Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante mucho después del sagrado trabajo concluir; vio muchas ciudades de hombres y conoció su talante, y molestias sufrió sin cuento en el viaje tratando de asegurar el alojamiento y el mejor precio a sus compañeros.

5. Llamadme turista. Hace años –no importa cuántos exactamente–, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé en irme a navegar por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar la melancolía...

6. Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la fiesta y también de la galbana; la época de los jaleos y de la modorra; la era de la luz y de trasnochar; el verano de la esperanza y el bochorno de la decepción. 

7. La candente mañana de agosto en que Beatriz Viterbo regresó, después de un prolongado veraneo que no se rebajó un solo instante ni a la molicie ni al merodeo, noté que las carteleras de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de vuelta al cole; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de las vacaciones y que ese cambio era el primero de una serie infinita.

8. Una mañana, tras un sueño intranquilo, se despertó convertido en un monstruoso parásito. Estaba echado de espaldas sobre un duro jergón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y moreno, surcado por curvadas quemaduras, sobre el cual casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Sus piernas, penosamente delgadas en comparación al grosor normal, se agitaban sin concierto.

– ¿Qué me ha ocurrido?

– Que estamos en septiembre, espabila, Gregorio.

Lo más leído