Por casualidad y por tener poco que hacer en ese momento me tropecé hace unos días con un hilo en la red social ahora de nombre enigmático que es un testimonio más de la turismofobia que se profesa en algunos lugares de esta nuestra España que parece que quiere apostarlo todo a los servicios ligados a la llegada masiva de viajeros. Especialmente en estas fechas de vacaciones, buen tiempo y esparcimiento donde los extranjeros ven en la piel de toro un lugar perfecto para descansar, los de Madrid un motivo para viajar al norte y los de interior para desplazarse a la costa.
La historieta en cuestión venía a dar a entender a los turistas que no hay que ir en masa a Asturias o venir a la montaña de León para evitar una especie de impuesto revolucionario por parte de los ganaderos que cruzan con sus vacas las carreteras sinuosas de algunos pueblos donde apenas llega la cobertura telefónica pero que ofrecen unas vistas espectaculares. Alguno hasta picó el anzuelo asegurando que muchas veces ha pasado por ahí y no le han cobrado nada y otros muchos entraron al trapo como toros de lidia con toda una declaración de intenciones: jamás ir a esos sitios.
Que muchas veces es de lo que se trata y lo deseable, mejor cien turistas que dejen cien euros cada uno que diez mil viajeros que dejen uno en el mejor de los casos, porque en ocasiones ni llega. Eso lo sabemos bien en La Bañeza en agosto, cuando los aficionados moteros se cuentan por miles y evidentemente la facturación en los negocios de casi todos los sectores también, pero la factura de desperfectos y de limpieza, basuras y daños generados por la masificación también se incrementa considerablemente.
Por suerte o por desgracia el caso bañezano es un fin de semana al año, pero muchos lugares de Asturias o de Galicia esto lo padecen a diario desde junio hasta septiembre, por no hablar de Benidorm o de Ibiza.
Pero el que la turismofobia sea un valor que cotiza al alza y que cada verano tenga mayor repercusión es para que quien viaja y ejerce de turista aprenda a comportarse antes de salir de casa y para replantearse si este es el mejor modelo económico a seguir.