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Un 8-M propio pero global

10/03/2021
 Actualizado a 10/03/2021
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Estamos en el año 2021, bien entrado el siglo XXI, atajando y superando aún una dolorosa pandemia y todavía suceden determinadas situaciones que siempre he pensado que se podrían haber resuelto hace mucho tiempo. A la vez que gozamos de una democracia avanzada, fruto del esfuerzo de quienes nos precedieron, pero que aún tiene algún ‘tic’ de tiempos pasados, tampoco hemos logrado la plena igualdad. Y eso que hay determinadas materias en las que casi se ha conseguido, como son, por ejemplo, educación y sanidad. En ellas también hay ciertas ‘trampas’ del sistema, de los gobiernos o de quien sea, pero tenemos la seguridad de que podemos optar a colegios, institutos y universidades independientemente de nuestra capacidad económica. También cuando tenemos un problema de salud, prácticamente todo está cubierto por una administración sanitaria que tiene ambulatorios, centros de salud y hospitales como ejes de una asistencia que pretende ser más que eficaz pese a la dificultad de tal objetivo. Pero... ¿hemos logrado la igualdad de género? Y lo que es más complejo de responder: ¿se han conseguido desterrar esas actitudes machistas en las que se da por hecho la supremacía del hombre sobre la mujer? Bueno, no es tan complicado: no en ambas preguntas.

En cuestiones laborales es obvio que se ha avanzado muchísimo, y de hecho en las administraciones públicas hay equiparación salarial completa, como no podía ser de otras forma. Pero aún queda un largo trecho por recorrer tanto en salarios como en oportunidades igualitarias en otros ámbitos. Los techos de cristal existen, aunque no los queramos ver.

Más complicado es superar el machismo ‘social’, y ahí tenemos mucho que decir los hombres, aunque también las mujeres. No es solo para evitar sonrojarnos con, por ejemplo, los comentarios de los Goya. Es que aún molesta a demasiadas personas el movimiento feminista, dejando al margen la habitual bronca política entre partidos. ¿De verdad queremos igualdad? Pues entendamos qué es lo que se reclama y, sobre todo, escuchemos a las mujeres, a todas, cuándo y por qué han tenido experiencias machistas. Empezará así un viaje para construir un 8-M propio pero global. No es tan difícil.
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